5.8.13

Archaeopteryx, juguete roto


Pobre Archaeopteryx, cada vez estamos más precocupados por su estado anímico y comenzamos a temernos lo peor. De hecho, hemos pedido a Compsognathus que no se separe de él en ningún momento no vaya a hacer alguna tontería. Fue la estrella de los argumentos naturalistas victorianos (incluso en su momento se filtro que Darwin hizo algún comentario sobre él en privado), durante años no había libro de paleontología que no viniese con una foto suya… ¡Si incluso aparece en todos los libros de primaria! (eso si, ante la presencia del tiranosaurio de la página de al lado, todos los niños se olvidan de él rápidamente). Además, durante un tiempo se mantuvo que sus plumas eran falsas, generando enconadas polémicas con fanáticos religiosos y miembros del BAND (Birds Are Not Dinosaurs) en un lado de la trinchera (ojo que no son lo mismo) y la tropa ortodoxa al otro. Tiempos gloriosos en los que un Ave era por definición (lo sigue siendo) “el antecesor común de Archaeopteryx y un gorrión y todos sus descendientes” y en los que cualquier constructo intelectual sobre Archaeopteryx acababa en Nature... Pero todo pasa, primero aquel enano de Cuenca (Iberomesornis se llamaba) redujo a la mitad la gloria de su linaje fantasma, luego vinieron cientos de early birds (por cierto, muchos de ellos chinos) que vulgarizaron el mérito de ser un “eslabón perdido”.


Más tarde, las plumas… Unos años atrás, un ave era cualquier animal que tenía plumas como Archaeopteryx… Ahora corremos el riesgo de descubrir que los primeros vertebrados que habitaron la tierra firme fueron un grupo de peces que salieron del agua precisamente para secarse las plumas. Fue el pionero de su linaje en alzar majestuosamente el vuelo, el conquistador del medio aéreo… Ahora no tienes que buscar demasiado para encontrar sesuda literatura que no solo niega su capacidad para el vuelo (eso sería lo de menos), si no que lo convierten en el hazmerreir de la aeronáutica, el tonto del aeropuerto que solo sería capaz de despegar subiéndose a una silla o que solo podría aterrizar estrompandose contra el suelo… La vergüenza y el oprobio para lo que fue un digno volador Jurásico. Incluso algunos investigadores se han permitido últimamente (rápidamente corregidos por la ortodoxia) proponer, sin respeto de ningún tipo, que Archaeopteryx no era ni siquiera un Ave, si no, como mucho, un representante del linaje hermano, un vulgar pariente cercano de los dromeosáuridos...


Pero, aun nos quedaba el desarrollo del cerebro, ese cerebro hiperinflado que solo los dinosaurios voladores tienen. Ese órgano voluminoso, entrenado para la realización de piruetas en el aire, esa era la última frontera… que acaba de caer.
Un estudio publicado esta semana en Nature desvela que la hiperinflación del cerebro ya estaba presente en algunos terópodos no avianos de los que estamos seguros que ni están tan cerca de las aves, ni eran capaces de volar (algunos están más que pasados de kilos para eso). El trabajo se pierde en ecos de exaptaciones que habrían podido favorecer que algunos téropodos adquiriesen el aspecto que tienen hoy en día… Pero a nosotros no nos importa, y lo que nos queda es que, a medida que el foco se aleja del centro de la fiesta, el sonido baja y la cámara se dirige despacio hacia el rincón oscuro de la filogenia del que se ha apoderado el crepúsculo de los dioses…

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