28.11.13

Pesadilla en Lo Hueco


Hace ya varios días que todos los medios de comunicación nacionales (e imagino que internacionales) rememoran los acontecimientos que tuvieron lugar hace cincuenta años en Dallas, muy cerca de Elm Street… (Quizás esta fue la primera pesadilla que tuvo lugar en esa calle). Y como no podía ser de otro modo, vuelven a ponerse sobre el mantel diversas teorías, conjeturas, dudas y opiniones sobre quién mató al trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Incluso existe una leyenda urbana entorno al paralelismo entre su asesinato y el de Lincoln.

Pues bien, en Cuenca no vamos a ser menos que nadie. Y a mi se me ha ocurrido que, a nada que uno se ponga a pensar, es fácil apreciar varias similitudes entre la vida y la muerte de John F. Kennedy y los dinosaurios de Lo Hueco. A saber:
  • Tanto el uno como los otros tuvieron una vida intensa, cuajada de momentos estelares (discursos, fotos con políticos, promesas in-cumplidas).
  • A día de hoy, todos están muertos. Y nadie sabe quién o porqué los mató, aunque las hipótesis son muchas y variadas: conspiraciones, meteoritos, ambiciones, poder…
  • El tiempo ha pasado y, sin embargo, ellos nos siguen interesando y atrayendo. Fueron y son un misterio en el que muchos investigadores se sumergen (o se hunden), convencidos de poder aportar un poco de luz sobre su extinción.
  • En la actualidad, a algunos políticos (de allá y de acá) no les interesa que la verdad salga a la luz y se afanan porque los huesos de todos ellos sigan en estado de perpetuo reposo.
Tranquilícense, lectores, porque desde estas líneas no seré yo quien se atreva a formular una nueva teoría sobre los hechos (entre otras cosas porque no sé si me importa mucho conocer la identidad de un asesino cuyo crimen ha prescrito y porque cada cual debe lavar sus trapos sucios); pero quizás, y si las cosas no cambian por estas latitudes conquenses, va siendo hora de que empecemos a plantearnos, como dijo JFK, qué podemos hacer nosotros por los dinosaurios de Lo Hueco. Yo, por mi parte, tengo muy claro lo que ellos podrían haber hecho por nosotros en su momento, y lo que aún podrían hacer si algunos tuvieran voluntad de que así fuera.

Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez Bueno

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