Navidad. Otra vez estamos en Navidad. Pero no voy a hablar de las luces que todas las ciudades cuelgan en sus calles, ni de los belenes que uno se encuentra en rincones insospechados ni de las retahílas infinitas de spots publicitarios de juguetes, perfumes o turrones que machacan nuestra mente invitándonos a comprar. No. Ni tampoco voy a hablar del espíritu navideño que nos empuja a ser buenas personas (unos días…)
No. No voy a hablar de nada de eso porque en este blog se habla de dinosaurios. Y, de momento, sólo conozco un belén en el que haya animalitos de este tipo: el mío.
Sin embargo, todos (o casi todos) pisamos en estas fechas alguno de los centros comerciales y mercadillos navideños que proliferan en plazas de ciudades y pueblos. Los atractivos que ofrecen son muchos y las “armas” que emplean para vender, variadas.
Por ejemplo, el centro comercial Quadernillos, de Alcalá de Henares, acoge estos días la exposición itinerante Dinopétrea. A través de ella, mayores y niños podrán adentrarse en el mundo del jurásico y contemplar esqueletos de dinosaurios, fósiles… o participar en una excavación paleontológica, contemplar geodas y tocar un trozo de estrella. Un sinfín de actividades que pretenden acercar el conocimiento científico al público en general.
Más cerca de Cuenca, y de los dinosaurios de Lo Hueco y Las Hoyas, el pueblo de Tarancón organizó del 9 al 11 de diciembre el Mercadillo Jurásico. El objetivo era lograr que la gente saliese a la calle, a pasear, a comprar, a contemplar saurópodos de dos metros de altura e incluso a participar en una expedición de cazadores de dinosaurios…
No hay duda: los dinosaurios forman parte de nuestra vida. Y, ahora, también forman parte de nuestra navidad. Por eso, y aprovechando que en el 2017 (que ya está a la vuelta de la esquina) celebraremos el décimo aniversario de la aparición de uno de los yacimientos paleontológicos del Cretácico Superior más relevantes de Europa, Lo Hueco....
Por favor, ponga un dinosaurio en su belén: todos se lo agradecerán.
Una reflexión: si todos tuviéramos un corazón tan grande como el que debían tener los Triceratops o si los Reyes Magos y Papá Noël pudieran incluir entre sus ayudantes algún titanosaurio, quizás nadie se quedaría sin regalos en estas fechas…O en cualquier otra.
Sonia Martínez Dinosaurios de andar por casa
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