Hace más de un siglo, en 1909, el famoso paleontólogo Louis Dollo identificó dos supuestas nuevas especies de tortugas gigantes en Bélgica, consideradas “de caparazón blando” (es decir, de la familia Trionychidae), en niveles del Eoceno inferior, de hace unos 55 millones de años. Los trioníquidos son un peculiar grupo de tortugas, conocidas de manera informal como de caparazón blando debido a que la periferia de su caparazón no es rígida como en el resto de tortugas, como consecuencia de su peculiar evolución que les ha llevado a la pérdida de la estructura ósea en esa región. Estas tortugas, que aparecieron al final del Mesozoico o era de los grandes reptiles, han sobrevivido hasta la actualidad. Sin embargo, aunque en algunos momentos del pasado su área de distribución incluía parte de Europa, en la actualidad están restringidas a otros continentes. Además de su peculiar caparazón, estas tortugas muestran otros aspectos no menos singulares, como es el desarrollo de una prolongación de su rostro a modo de trompa, o la modificación de sus extremidades a modo de aletas, permitiéndoles gran agilidad y velocidad en el medio acuático.
Las dos supuestas nuevas especies definidas por Dollo fueron reconocidas como atribuibles a Trionyx, un género que forma parte de la biodiversidad actual, y que, a día de hoy, consideramos como restringida a especies de relativo pequeño tamaño, en contraste con más de un metro de longitud del caparazón, y más de metro y medio de longitud total del cuerpo, que podrían alcanzar las formas extintas del Eoceno europeo. Aunque Dollo propuso nuevos nombres para ambas supuestas nuevas especies, estos no son considerados como válidos en la actualidad, ya que no cumplían con los requerimientos establecidos por el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. A pesar del largo tiempo que ha pasado desde que Dollo dio constancia de la existencia de estos especímenes, la información sobre ellos, o sobre cualquier otro resto de una tortuga gigante de gran tamaño de este grupo era hasta ahora extremadamente limitada para el registro belga.
Relativamente escaso material de este linaje había sido posteriormente descrito a partir de hallazgos realizados en otras localidades europeas, siempre en niveles de edades similares a las de Bélgica. Teniendo en cuenta la información disponible, todo el material europeo fue recientemente considerado como perteneciente al género Axestemys, de origen norteamericano. Considerando los estudios hasta ahora realizados sobre el escaso material europeo hallado fuera de Bélgica, y la extremadamente limitada información sobre los especímenes de ese país, en los últimos años se consideraba que una única especie estuvo representada en este Europa, Axestemys vittata. No obstante, esta hipótesis requería ser evaluada a partir del estudio detallado del material belga, que guardaba las claves para entender el origen, diversidad y evolución de estas extrañas tortugas en Europa. De hecho, la escasa información sobre el material de Axestemys disponible en este continente no había permitido, hasta ahora, el establecimiento de una diagnosis válida para Axestemys vittata, de manera que su identificación como diferente a algunas formas norteamericanas resultaba dudosa.
Numerosos y muy bien preservados especímenes belgas de tortugas gigantes de caparazón blando están depositados en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, componiendo la mayor y mejor preservada colección de estas tortugas para el registro europeo. Además de los dos ejemplares clásicos citados hace más de un siglo, pero ignorados hasta ahora, especímenes adicionales de las localidades de origen de los mismos, así como de otros afloramientos, forman parte de esta extraordinaria colección. Varios de los individuos corresponden a esqueletos parciales o muy completos, reconociéndose elementos craneales, pero también caparazones completos, así como vértebras de distintas regiones de la columna y huesos apendiculares. Estos especímenes, hallados entre 1910 y 1930, han sido recientemente restaurados con el fin de poder efectuar su análisis detallado. Dicho estudio acaba de ser publicado, en la revista científica especializada Geobios.
Como consecuencia de las nuevas investigaciones, la validez de la especie Axestemys vittata, exclusiva del registro europeo, ha sido confirmada. Esta forma ha sido reconocida en varias regiones de Bélgica, pero también es identificada en el norte de Francia. La atribución de abundantes y bien preservados especímenes a esta especie ha permitido mejorar notablemente el conocimiento sobre la misma, y proponer una diagnosis válida, permitiendo así separarla claramente de las formas norteamericanas. Sin embargo, y al contrario que lo que se pensaba en los últimos años, la hipótesis propuesta hace más de un siglo por Dollo es confirmada: esta especie no es la única que habitó en Europa, ya que una segunda forma estaba también presente en Bélgica. En este sentido, uno de los caparazones clásicos que forma parte de la colección del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, procedente de la localidad de Erquelinnes, no puede ser atribuido ni a esa especie ni a ninguna de las otras hasta ahora definidas. Así, este estudio ha permitido su atribución a una nueva especie, Axestemys erquelinnensis, reconocida como algo más antigua que Axestemys vittata. Los nuevos datos sugieren que la llegada de las tortugas gigantes de caparazón blando a Europa, desde Norte América, fue probablemente favorecida por el notable incremento de temperatura global que se produjo a comienzos del Eoceno, y que también permitió que otras especies animales y vegetales modificaran sus áreas de distribución geográficas, llegando a nuestro continente.
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Más información:
- Referencia: A. Pérez-García, T. Smith. 2020. Systematics and diversity of the giant soft-shelled turtles (Cryptodira, Trionychidae) from the earliest Eocene of Belgium. Geobios. doi: https://doi.org/10.1016/j.geobios.2020.07.006
- Imágenes: 1. Montaje provisional del caparazón de la nueva especie de tortuga gigante de caparazón blando Axestemys erquelinnensis, realizado durante su estudio. 2. Vistas dorsal (izquierda) y ventral (derecho) del caparazón de la nueva especie de tortuga gigante de caparazón blando Axestemys erquelinnensis. 3. Vértebra cervical de una tortuga gigante de caparazón blando europea. 4. Fémur de una tortuga gigante de caparazón blando europea. 5. Tamaño comparativo entre un ser humano, un chihuahua y la nueva especie de tortuga gigante de caparazón blando europea. 6. Trioníquido actual (Pelodiscus sinensis), de origen asiático, hallado como especie invasora en el área que, hace 55 millones de años, estuvo poblada por los representantes gigantes europeos. Fotografía cortesía de Josep Francesc Bisbal-Chinesta.
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