24.4.12

Dinosaurios que vivían en Plutonia: entrando por Siberia, al fondo a la izquierda


Como decía Sanz en "Mitología de los dinosaurios", una de las estrategias más comunes del relato fantástico para "construir" una coexistencia entre hombres y dinosaurios es la generación de "mundos perdidos". El truco es fácil, hay que conseguir que algunos dinosaurios no se hayan extinguido, si no que hayan permanecido acantonados y aislados del resto del mundo en cualquier lugar inaccesible… y uno de los escenarios más populares para instalar estos refugios fue, en numerosos relatos clásicos, el interior de la Tierra 

Aunque hay antecedentes bien documentados (y que no vamos a reseñar aquí) del género desde el s. XVIII, el subgénero subterraneo y sus bestias prehistóricas se consolidarán con las aventuras del profesor Lidenbrock en el “Viaje al interior de la Tierra” de Julio Verne (1864) y adquirirá un notable éxito entre finales del s. XIX y principios del XX . Puede que en próximas entregas volvamos sobre algunas de estas obras, pero hoy nos interesa “Plutonia” del geológo ruso Vladimir Afanásievich Obruchev (1924). 

Y ¿por qué Plutonia?, pues por una de las cosas que el propio Obruchev, manifiesta en su introducción: “Este viaje es una novela científica fantástica cuyo tema inventé para dar a conocer a los lectores la naturaleza, los animales y las plantas de períodos geológicos hace tiempo desaparecidos en las condiciones de su existencia de entonces.” 
Obruchev no esconde que bebe de las fuentes del relato de Verne, pero no importa, porque el autor, con su novela, tiene otro objetivo... pretende enseñar Paleontología (toma ya!):  
“Mi deseo sería que también esta edición de Plutonia incitase a los jóvenes lectores a adentrarse más en la Geología y estudiar esta ciencia interesante que explica la composición y la estructura de nuestro planeta y refiere qué plantas y qué animales lo habitaron en los periodos pasados y sus transformaciones sucesivas...” 
Ok, tiene que hacer concesiones al relato, pero, en general, el texto está plagado de referencias que enlazan directamente con la visión de un geólogo soviético de principios del siglo XX, …y eso es magnífico. 

Los dinosaurios no se libran de este tratamiento y, en los distintos encuentros del grupo de expedicionarios con ellos, el geologo Kashtánov, el zoólogo Pápochkin o el botánico Gromeko van describiendo (como quien no quiere la cosa) aspectos de la anatomía y la biología de estos animales Así, en el relato se las ven con ornitópodos: 
“¡Quién dejaba escapar aquella ocasión tan interesante de fotografiar a unos iguanodones paciendo y jugando! Los viajeros regresaron precipitadamente al lindero del bosque y luego lo siguieron con mucha precaución para acercarse a los animales. Lo consiguieron…” 

....con saurópodos: 
 “Los monstruos agitaron de una manera extraña sus largos cuellos, terminados por unas cabezas de dimensiones ridículamente pequeñas en comparación con el cuerpo inmenso, aunque alcanzaban los setenta y cinco centímetros de largó, y luego echaron a correr pesadamente siguiendo la orilla con torpota oscilación. Comparadas al cuerpo macizo, tenían las patas cortas y débiles. - Creo que son brontosaurios, los reptiles herbívoros más grandes del período jurásico superior, desaparecidos muy pronto de la superficie de la tierra a causa de su estructura mal equilibrada y la ausencia de órganos defensivos -dijo Kashtánov. - ¿Quién podría atacar a estos colosos que miden lo menos quince o dieciocho metros de largo por cuatro de alto? -preguntó Makshéiev. - Pues se conoce que, a pesar de esas dimensiones, los carniceros, los ceratosaurios, por ejemplo; pueden degollar fácilmente a uno de estos monstruos, sin hablar ya de la destrucción de los huevos y de los pequeños. - Al parecer, tampoco en Plutonia son numerosos -observó Pápochkin."

... y, cómo no, con terópodos:  
“Dos cuernos menores asomaban detrás de los ojos y, desde la nuca, la espina y la cola estaban erizadas de una hilera de púas cortas pero agudas. La piel, desnuda y arrugada, tenía un calor gris verdoso. El animal, que alcanzaba cinco metros de largo, debía poseer una fuerza enorme, y fácil era juzgar de su agilidad y su audacia por el ataque a los iguanodones. Después de haber examinado el cadáver, Kashtánov dijo que debía tratarse de un ceratosaurio, del mismo orden de los dinosaurios al que pertenecían también los iguanodones y otros reptiles terrestres del período mesozoico. - ¡Supongo que no vamos a probar la carne de esta horrible fiera! -dijo Gromeko” 

De nuevo, el resto de las historia hay que encontrarla en otro lugar, pero esta vez lo vamos a poner mas sencillo, aquí puedes enredar con una versión electrónica de “Plutonia”... a disfrutarla.

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