17.4.13

El río que nos lleva


Se han elaborado muchas teorías entorno a la extinción de los dinosaurios y, últimamente, también he visto que hay quien se plantea cómo surgieron. A los profanos en la materia nos atrae, sobre todo, su momento de esplendor en la Tierra (sobre la hierba, en el fondo del mar, surcando el cielo…).

Supongo que acostumbrados como estamos a “humanizar” todo lo que nos rodea (o nos rodeó) nos hacemos preguntas que nada tienen de científicas y sí mucho de curiosidad ingenua: ¿Quiénes fueron los más poderosos? ¿Qué lugares habitaron? ¿Había individuos que destacaron por encima de sus congéneres a causa de su fuerza, de su belleza o de su tamaño cerebral?

Hace unos días nos abandonaron dos de esos “dinosaurios” que aún vivían entre nosotros. Una, actriz de cine (o artista, como dirían en mi pueblo); el otro, economista y escritor (hombre cabal, que también dirían en mi pueblo). Una, de belleza extraordinaria que nada tuvo que envidiar a esas divas del cine americano que tanto brillaron cuando todavía existía el blanco y negro y cuando las superproducciones contrataban a miles de extras. Fue nuestra Ava Gardner en versión castellano-manchega, más o menos buena o mala. Sobre gustos no hay nada escrito… El otro, pensador del dinero a contracorriente, afirmaba que esa ciencia inexacta que rige nuestro mundo podía emplearse para hacer menos pobres a los que menos tienen. Escritor en sus ratos libres. Incluso senador por designación real… Un hombre que quería una sociedad más justa, humana y crítica. Un hombre que supo indignarse cuando tocaba.

Puede parecer que estos dinosaurios pertenecían a mundos opuestos o, cuando menos, diferentes. Sin embargo, opino que a ambos les unió una misma visión de la vida: para los dos fue un tesoro que supieron administrar, sin dejarse arrastrar por convencionalismos al uso o por temor a ese “qué dirán”, tan de moda en la España con la que les tocó lidiar. Una fumaba puros y se fue envuelta en halagos y grandes honras fúnebres. El otro bebía Campari y no nos dijo que se había ido porque quería hacerlo discretamente. Una cantaba cuplés; el otro tenía su credo particular: “Creo en los horizontes del espíritu, que es la energía cósmica del mundo. Creo en la Humanidad siempre ascendente. Creo en la vida perdurable”.

En cualquier caso, a los dos se los llevó el agua de ese río que pasa, desgasta y nunca se detiene. El agua de un río que nos lleva a todos, incluidos los dinosaurios (pasados, presentes y futuros).

Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez

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La imagen corresponde a un fotograma de la película "The tree of life" (2011) dirigida por Terrence Malick.

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