3.7.14

Tú a Florida, yo a Doñana


Ha vuelto a suceder. Un año más, con hogueras o sin ellas, amanecimos envueltos en verano. Ningún gobierno se ha atrevido a recortar la duración de las estaciones (todavía). Sin embargo, con los presupuestos vacacionales tiritando de frío, tendremos que desempolvar aquella vieja canción de Mecano que decía “Hawai, Bombay, son dos paraísos, que a veces, yo, me monto en mi piso…”.

Después de escuchar la entrevista que Radio Televisión Castilla-La Mancha le hizo a Francisco Ortega, debo reconocer que me siento afortunada. No voy a decir que en mis tiempos de estudiante viajara con la imaginación a esos lugares que nombraba Mecano, pero desde luego sí hacía alguna que otra incursión a la azotea del piso compartido de Madrid con la intención de pillar bronce. Sin embargo, ahora que he descubierto que los humedales de Las Hoyas bien podrían asemejarse a los Cayos de Florida y que el entorno de Lo Hueco admite comparaciones con las marismas de Doñana, todos los fuenteños lo tenemos muy fácil: el que desee teletransportarse en lancha rápida, deberá dirigir su mente a la península americana (plantarse en Las Hoyas); los que sean más felices contemplando aves y playas infinitas, al sur de España (promontorio de Lo Hueco, nada más cruzar el puente del AVE).

Por otro lado, para aquellos que a veces tememos morir aplastados por la rutina del día a día y que ansiamos un chute esporádico de adrenalina que nos haga revivir sentimientos olvidados, aún nos queda otra opción: el lejano oriente, un mundo desconocido y fascinante. Porque hacia allí dirige sus pasos, perfectamente vestido y maquillado, nuestro querido Pepito. Y, como es una pena que un viaje tan largo lo haga solo, si se admiten voluntarios yo me apunto.

¡Qué envidia me da el animalillo! Japón, el paraíso nipón donde uno puede atiborrarse a pescado crudo y cerezas (que no picotas), comprar el último grito en tecnología punta y perderse por jardines milenarios (me quedo con esto último).

En fin, bienaventurados los huesos de Pepito porque ellos verán el reino del sol naciente. A los demás siempre nos quedará la piscina de Fuentes, con su agua fría y cristalina, y la terraza de Chencho, sin sombrillas hawaianas pero con unas tapas que ya quisieran para sí los de los ojos rasgados… ¡Ay!, “que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez

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