Dinosaurios hay en todas partes: en Teruel, en Cuenca (sí, aunque parezca mentira y muchos incrédulos nieguen con la cabeza), en Canadá, en China… ¡Hasta en la sopa! Pero, ¿en unas Jornadas Internacionales de Arte y Ciudad organizadas por la Universidad Complutense de Madrid? ¡Pues también! Y la pregunta no es ¿qué c… hacían allí? No. La pregunta es ¿por qué no?
Todos, con mayor o menor frecuencia, nos hemos encontrado en algún momento de nuestra existencia fuera de lugar. Todos, con mayor o menor fortuna, hemos deseado y anhelado que el reloj acelerara su ritmo hasta alcanzar la velocidad de la luz. Y todos también, aunque pocos quieran reconocerlo, hemos sentido como nuestra la piel de Mr. Bean.
Hecha esta puntualización, poco queda que añadir a lo que el pasado día veintiuno de noviembre me tocó vivir en un salón de actos nuevo y engalanado para la ocasión, muy bien dotado de medios técnicos y ubicado en unos edificios de reciente construcción anexos a la siempre bella y hormigonada Facultad de Ciencias de la Información. (Por cierto, si algún lector pasa por la puerta, por favor, que indique cómo se pueden limpiar los cristales de unas ventanas que abren hacia fuera en un ángulo imposible… Nosotros, en aquellas clases interminables de Lenguaje Publicitario hacíamos apuestas y cábalas).
Durante horas oí interesantísimas ponencias sobre instantaneidad y fotografía estereoscópica, arte efímero, visiones de Michael Wolf sobre una ciudad o cartografía de una metrópolis. Sí, las escuché impasible, impertérrita, pero con una actividad interior frenética en la que mi cerebro trataba de acomodar y encajar dinosaurios y marcas en aquel torbellino surrealista. Y muy ufana puedo decir que lo consiguió. Eso sí, de la manera más simple y sencilla que cabía esperar porque, al final, cual quijote frente a los gigantes, llegué a una conclusión irrefutable: el único artículo que no desentonaba era el mío. Al fin y al cabo yo iba a hablar de marketing, estrategias de comunicación y marcas. Muchas marcas: marcas desfasadas, marcas territorio nuevas… ¿con dinosaurios de por medio? ¡Pues sí! Porque si los saurópodos han servido para vender una galleta, un refresco o pasta para la sopa, ¿porqué no van a ser el instrumento que publicite una ciudad que presume de “Naturaleza y Cultura” en mitad de unos presupuestos tan recortados que nos van a dejar sin cultura y que, si pueden, van a liquidar la naturaleza que nos queda?
Resumiendo, me arremangué la falda, subí al despampanante estrado (sin tropezar con los escalones) y reivindiqué que mi trabajo era el único que hablaba de lo que en aquella facultad estábamos acostumbrados a escuchar: comunicación, información, publicidad… Y defendí a los lagartos terribles de “Lo Hueco” como ellos se merecen. Y … no sé. Sólo duró quince minutos. Luego, el FIN.
Pero mereció la pena. Y todos los presentes, con ojos atónitos y caras pasmadas, comprendieron que la marca actual de Cuenca es “una realidad superada” y que, aunque nadie conozca el futuro, los dinosaurios están presentes en el de esta provincia. De algo sirvieron cinco años estudiando el arte de la persuasión.
Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez Bueno
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