22.10.13

¡Adjudicado al Tyrannosaurus del fondo!


¡Adjudicado!
Quien tiene una casa…tiene que decorarla. Esta frase, que bien podría ser el slogan publicitario de alguna empresa sueca (por ejemplo), encierra una de las pocas verdades absolutas y universales.

Y es que desde la cabaña infantil construida sobre un árbol o en un rincón del jardín, pasando por el piso compartido de la época estudiantil, hasta desembocar en esa inocente y falaz sensación adulta de poseer una vivienda hipotecada, todos, grandes y pequeños, en algún momento de nuestra vida (o en varios) hemos tenido la necesidad de decorar una casa, una cueva o un almacén (como en las películas americanas, donde lo más normal es vivir en una nave industrial tipo Taller Paleontológico de Restauración Lo Hueco).

¡Qué recuerdos, brocha y pintura en ristre! ¡Qué calambrazo al descubrir que el cable azul sí conducía electricidad! ¡Qué muebles tan maravillosos recogidos al lado del contenedor o comprados en un mercadillo! Y ¿quién no soñó con colgar en su pared “Los girasoles” o el mismísimo “Guernica”?

Ahora, sin embargo, cualquiera puede instalar en el salón de su casa un dinosaurio. Bueno, cualquiera no, sólo aquel que esté dispuesto a gastarse unas 600.000 libras en el animalejo y disponga de espacio suficiente para albergar un bicho cuyo esqueleto mide 17 metros de longitud y 6 metros de altura.

El Diplodocus en cuestión saldrá a subasta el próximo día 27 de noviembre en el condado inglés de West Sussex. Se llama Misty y fue encontrada (se supone que la venden como el esqueleto de una hembra) por los hijos del paleontólogo Raimund Albersdoerfer cerca de una cantera de Wyoming, en Estados Unidos. Errol Fuller, experto en historia natural y encargado de la puja, cree que podría atraer a museos de países emergentes (y ricos en petrodólares) o a algún coleccionista particular (también rico y con mucho espacio).

¿Algún comentario o idea? Supongo que muchos. A mí, en este momento, sólo se me ocurre formular una petición: que nadie ponga sobre aviso a nuestros políticos, porque si descubren que el negocio es rentable son capaces de especializarse en el golpe de martillo y en esa frase tan taquillera: “¿Alguien da más? Cien a la una, cien a las dos, cien a las tres. ¡Adjudicado al Tyrannosaurus del fondo!”.

Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez Bueno

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