Restos fósiles de tortugas terrestres gigantes son relativamente abundantes en el registro fósil de varios países europeos y, especialmente, de España. El material más reciente hasta ahora reconocido en este país correspondía a varios fósiles hallados en Las Higueruelas (Ciudad Real), en niveles depositados hace unos 3,3 millones de años. Sin embargo, la información disponible correspondiente al registro griego permitía conocer que las tortugas terrestres gigantes europeas sobrevivieron más tiempo. Así, la última evidencia de Europa continental era aquella de la localidad de Vaterá, datada entre hace 2,6 y 2,4 millones de años.
Todas las tortugas terrestres de gran tamaño identificadas en el registro del Cenozoico europeo corresponden a una única forma: el testudínido Titanochelon, conocido desde el Mioceno inferior, es decir, desde hace unos 20 millones de años. Un nuevo trabajo presenta material de Titanochelon proveniente del yacimiento del Pleistoceno inferior de Fonelas P-1 (Granada, España). Por lo tanto, este hallazgo, datado como de hace 2 millones de años, retrasa el momento de extinción de este linaje, permitiendo ampliar su área de distribución temporal al Pleistoceno. El material identificado corresponde a huesos de una extremidad posterior que fue transportada al yacimiento por hiénidos, los cuales consumieron parcialmente algunos de los huesos cuando aún estaban frescos. La longitud del caparazón de esta tortuga es interpretada como cercana a un metro y medio.
La disminución de su área de distribución geográfica en Europa, y la extinción final de animales tan sensibles a las condiciones climáticas como son los testudínidos gigantes, son reconocidos como resultado de los cambios climáticos documentados durante el Plioceno superior y el Pleistoceno inferior. Las inferencias paleoclimáticas generalmente asumidas para el conjunto de Europa interpretaban condiciones frías y secas para el final del Plioceno, derivadas tanto del incremento de la estacionalidad como del comienzo de la actividad glacial en el Hemisferio Norte. Sin embargo, el registro de Fonelas P-1 indica que, en el sur de Europa o, al menos, en cuencas endorreicas de la Cordilleras Béticas, temperaturas relativamente cálidas estaban aún presentes en el Pleistoceno inferior, abundando los recursos hídricos, lo cual favoreció la persistencia de las tortugas gigantes.
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Más información:
- Figuras: Fémur de Titanochelon, procedente del yacimiento del Pleistoceno inferior de Fonelas P-1 (arriba). Comparación con otros fémures de Titanochelon, procedentes de varias localidades de Europa, con distintas cronologías (centro). Caparazón de un testudínido gigante hallado en el Plioceno de la Cuenca de Guadix, también presentado en este trabajo (abajo).
- Referencia: Adán Pérez-García, Evangelos Vlachos, Alfonso Arribas. 2017. The last giant continental tortoise of Europe: A survivor in the Spanish Pleistocene site of Fonelas P-1. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.palaeo.2017.01.011
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