Quizá uno de los lugares comunes de debate en el mundo de la dinosauriología y que sigue en activo (y muy probablemente lo seguirá estando en un futuro), es el momento y las causas de la extinción de los dinosaurios no avianos. El final de la era de estos grandes dominadores de los ecosistemas terrestres del Mesozoico (aunque actualmente siguen siendo el grupo de vertebrados de mayor éxito evolutivo) hace unos 66 millones de años sigue dando que hablar. Este periodo controvertido de la historia de la vida en el planeta Tierra está marcado por tres procesos de repercusión sonora: la extinción en masa del límite Cretácico-Paleógeno, una concatenación de grandes erupciones volcánicas masivas en la meseta de Decán y el impacto de un meteorito en Chicxulub. Hasta el momento la discusión se centra en si el impacto meteorítico desencadenó las erupciones en masa de la meseta del Decán o si estas son previas al impacto en Chicxulub. Y esto seguirá… No obstante, lo que si parece claro a raíz de un reciente estudio publicado en la revista científica Science Advances, es que el impacto del cuerpo extraterrestre tuvo su efecto en la generación de un importantísimo magmatismo a escala planetaria que incluso tuvo su repercusión en los fondos marinos. En este trabajo este magmatismo entra en el juego de eventos que desencadenaron los cambios en la superficie planetaria hace unos 66 millones de años y que dieron al traste con un icónico grupo de vertebrados, los «lagartos terribles».
Lo único evidente parece ser que una serie de catastróficas desdichas acabaron con los dinosaurios… pero no con todos, ya que una estirpe de dinosaurios voladores de enorme diversidad continúa su andadura por el planeta.
Lo único evidente parece ser que una serie de catastróficas desdichas acabaron con los dinosaurios… pero no con todos, ya que una estirpe de dinosaurios voladores de enorme diversidad continúa su andadura por el planeta.
El resumen del trabajo es el siguiente:
Eruptive phenomena at all scales, from hydrothermal geysers to flood basalts, can potentially be initiated or modulated by external mechanical perturbations. We present evidence for the triggering of magmatism on a global scale by the Chicxulub meteorite impact at the Cretaceous-Paleogene (K-Pg) boundary, recorded by transiently increased crustal production at mid-ocean ridges. Concentrated positive free-air gravity and coincident seafloor topographic anomalies, associated with seafloor created at fast-spreading rates, suggest volumes of excess magmatism in the range of ~105 to 106 km3. Widespread mobilization of existing mantle melt by post-impact seismic radiation can explain the volume and distribution of the anomalous crust. This massive but short-lived pulse of marine magmatism should be considered alongside the Chicxulub impact and Deccan Traps as a contributor to geochemical anomalies and environmental changes at K-Pg time.
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Más información:
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- Referencia: Joseph S. Byrnes & Leif Karlstrom (2018): Anomalous K-Pg–aged seafloor attributed to impact-induced mid-ocean ridge magmatism. Science Advances 4(2), eaao2994. DOI: 10.1126/sciadv.aao2994
- Imagen tomada de National Geographic Education Blog (Autor: Franco Tempesta).
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