El semanal del diario "El País" publica este fin de semana, entre las referencias a "los 100 del año", una curiosa reseña que Fernando Savater dedica a José Luis Sanz.
Haciendo honor a la vocacion sesgada de este blog, aconsejamos vivamente su lectura (link aquí) y nos sumamos a lo que tenga de homenaje.
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En la foto: el interfecto (de naranja) acosando a un dinosaurio (de negro) en Punta Tombo (Argentina)
Según se consideraba en 1920, uno de los animales antediluvianos más curiosos era el “Camarosaurio”, animal que se suponía vivió hace quince millones de años y cuyos restos fósiles hicieron pensar que poseía tres cerebros, a pesar de que este enorme saurio no tenía mucho en lo que pensar. El primero de ellos, situado en la cavidad craneana, era el que controlaba la vista, el oído, el olfato, el gusto y, posiblemente, el sentimiento del yo. El segundo presidía las funciones del cuerpo y de las patas delanteras y el tercero las de las patas traseras y la inmensa cola. Mantener ese enorme corpachón le obligaba a estar comiendo continuamente, no sólo hierbas y hojas sino también raíces, estando sus dientes adaptados para la excavación y recolección de éstas.
Esta noticia fue publicada en Alrededor del Mundo, el 12 de julio de 1920.
Transcripción (textual):
Esta noticia fue publicada en Alrededor del Mundo, el 12 de julio de 1920.
Transcripción (textual):
Uno de los animales antediluvianos más curiosos es el camarosaurio, cuyos restos fósiles nos han demostrado que tenía tres cerebros: uno en la cavidad craneana, otro en el arranque del cuello, en la vértebra que cae sobre las patas delanteras, y el tercero en el sacro.
Lo más raro es que el cerebro de la cabeza era el más pequeño, pues era del tamaño de un huevo de gallina y de un peso de solamente unos 60 gramos, mientras que el mayor, o sea el colocado en el sacro, se calcula que tendría un kilo de peso aproximadamente; el otro cerebro vendría a tener la mitad de peso de ese último.
El esqueleto de este gigantesco animal ha sido montado en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y se ha hecho un ejemplar en bronce del animal entero como se supone que era cuando andaba por tierra.
Mide de la cabeza a la cola 16,50 metros; 4,20 de alto hasta la cruz.
Se le ha dado el nombre de camarosaurio por las cámaras de aire de sus huesos, y también se le llama dinosaurio rastrillo o draga por la forma de sus dientes.
El pequeño cerebro del cráneo no era suficiente para presidir todas las funciones de su enorme corpachón, y la Naturaleza encontró más fácil ensanchar la columna vertebral en dos puntos y colocar allá otros dos cerebros. El cerebro de la cabeza sólo presidía las funciones de la vista, oído, olfato, gusto y quizás el sentimiento del yo.
La facultad de coordinar existía en la espina dorsal.
El camarosaurio es el primer paso dado por la Naturaleza en la evolución del cerebro, y ha sido el primer animal que haya poseído espinazo de hueso, pues los anteriores sólo tenían cartílago.
Según el profesor Osborn, este inmenso saurio vivió hace quince millones de años y durante un periodo de tres millones de años fue el animal dominante en la tierra. Era un animal de marcha lenta, muy pesado; tenía una doble hilera de dientes distintos de los demás reptiles de forma de dientes de rastrillo, y mejor aún, de cucharas muy alargadas, y al abrir y cerrar la boca funcionaban como los dientes de una draga. Estos dientes le servían para procurarse el único alimento que en aquella época podía tener: es decir, la vegetación que nacía en las lagunas y grandes charcos y las hojas de los árboles que crecían en las orillas: ahora bien, las hierbas y hojas no podían bastarle para su alimentación. La hacía falta más, y para poder arrancar las raíces y cavar en la tierra la Naturaleza le dotó de los dientes con la forma original de rastrillo o cucharas.
El esqueleto del camarosaurio parece dividido en tres partes: cabeza y cuello la primera, cuerpo la segunda y cola la tercera. Este animal no tenía necesidad grande de un cerebro en el cráneo, pues no tenía mucho en qué pensar, como no fuese procurarse unas cuantas toneladas diarias para su alimento. A causa de la pequeñez de su boca y el estrecho esófago, el saurio debió pasar la mayor parte del día comiendo.
El doctor Mook posee un fragmento de la piel del camarosaurio, que es suave y lisa.
Su cuello, en lugar de arrancar de la parte alta del cuerpo, se encorvaba y ensanchaba entre el cruce de las patas delanteras; su cola, igualmente se ensanchaba hacia abajo.
Este animal podía sostenerse sobre sus patas traseras, como el canguro, patas como las de los mamíferos: sus tremendas garras de las patas delanteras debían hacer de él un terrible enemigo; un coletazo de su formidable cola sería mortal para los mayores animales.
Muchas son las curiosidades que ofrece este animal, pero ninguna como la de poseer tres cerebros. Ya hemos dicho las funciones que presidía el cerebro de la cavidad craneana; el segundo presidía las funciones del cuerpo y de las patas delanteras, y el tercero las de las patas traseras y la inmensa cola.
En el Colorado, que es donde se han hallado los restos fósiles de este animal se están haciendo exploraciones en busca de más ejemplares.
Según los sabios ocupados en estas investigaciones, es de suponer que den con algún otro de dimensiones aún mayores, pues el ejemplar que nos ocupa se ha encontrado muy cerca de la superficie y se cree que a mayores profundidades puedan dar con algún esqueleto de proporciones aún más gigantescas.
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Pie de figuras (textual):
Reproducción de camarosaurio. A su lado, un automóvil que da idea del tamaño del monstruo. Arriba, la cabeza del reptil.
Esqueleto del camarosaurio visto de perfil y el espinazo visto de plano. Los tres cerebros estaban colocados en A, B y C.
23.11.08
Prensa Histórica
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Un reptil de 90.000 kilos de peso. El gran Brontosaurio de Wyoming. Cómo era y cómo vivía
Tras siete largos años de trabajo, se presentó al público en mayor esqueleto de dinosaurio conocido para la primera década de 1900: el espectacular Brontosaurio, animal considerado de hábitos acuáticos pero que no desaprovechaba la oportunidad de salir a tierra para sentarse sobre el cuarto trasero, una de sus posiciones favoritas, para la que estaba especialmente adaptado. La noticia procede de Alrededor del Mundo, donde fue publicada el 20 de abril de 1905.
Transcripción (textual):
Las revistas científicas del mundo entero vuelven á ocuparse de los gigantescos reptiles que en las épocas prehistóricas formaban parte de la fauna terrestre, con motivo de haberse acabado de armar en el Museo de Historia Natural de Nueva York, el esqueleto de un dinosaurio de tamaño verdaderamente colosal. Hasta ahora, de estos monstruos antediluvianos no se conocían más que esqueletos relativamente pequeños ó huesos sueltos, insuficientes para que se pudiese tener una idea exacta de lo que eran tales animales. El esqueleto del museo de Nueva York es el más grande que hasta ahora se ha encontrado, y además pertenece a un género del que aún no se había presentado ningún ejemplar al público, el género de los brontosaurios.
En 1808 fue cuando se descubrieron los restos fósiles de este animal, no lejos de las canteras de Bone Cabin, en el estado de Wyoming, y no mucho tiempo después, en el primer número de Alrededores del Mundo, dimos á nuestros lectores cuenta del hallazgo, juntamente con algunas observaciones sobre el reptil en cuestión. Los estudios que desde entonces han venido haciendo los naturalistas americanos nos permiten ampliar ahora aquellos datos.
Juzgando por el esqueleto, una vez armado, el brontosaurio difería de todos los animales hoy existentes. Su cola, larga y gruesa, se parecía á la de un lagarto, o más bien a la de un cocodrilo; el cuello era largo y flexible, como el de ciertas tortugas exóticas, en tanto que el cuerpo, más que al de un reptil, se debía asemejar al de un elefante. Su corpulencia excedía a la de este último animal, puesto que medía cuatro metros y medio de altura y cerca de cinco de longitud para el tronco, que sumados á nueve y medio que medía la cola y seis del cuello, dan un largo total de unos veinte metros. Estas dimensiones, aunque colosales, no lo son tanto como se creía en un principio, antes de que el esqueleto estuviese montado en la debida posición sobre su pedestal. El peso del animal vivo se calcula que no bajaría de 90.000 kilos, ó sea el de veinte elefantes aproximadamente.
Desgraciadamente, á tan magnífico ejemplar le faltaba la cabeza, y ha sido preciso hacerle una imitada guiándose por otras naturales que se tenían en otros museos. Es una cabeza muy pequeña con relación al cuerpo, pero, sin embargo, mide más de setenta centímetros de longitud.
Supónese que el brontosaurio era un animal acuático, pero no marino. Como en muchos anfibios, las articulaciones de los huesos son rugosas en vez de ser lisas. Al mismo tiempo, la ligereza de dichos huesos, carácter que nunca se encuentra en los animales exclusivamente nadadores, parece indicar que salía del agua con más o menos frecuencia. Lo más probable, por consiguiente, es que, á semejanza de los cocodrilos, viviese en las grandes lagunas ó en los ríos de poca corriente. Gracias á su cuello sumamente prolongado, podría alcanzar las plantas suculentas que crecían en el fondo. Sus dientes cortos y en forma de cuchara le permitían arrancar las hojas y los tallos tiernos, pero no le servirían para la masticación. Careciendo de molares, evidentemente tragaba su alimento sin mascarlo.
Una de las posiciones favoritas del brontosaurio cuando salía a tierra debía ser la que tiene en nuestro grabado, esto es, sentado sobre el cuarto trasero. Con este objeto, entre las patas posteriores presenta el esqueleto dos grandes huesos ahorquillados, destinados sin duda a soportar el enorme peso del cuerpo. Los naturalistas admiten que, como la mayor parte de los reptiles, éste ponía huevos; el diámetro de los mismos no debía bajar de sesenta centímetros. Hay quien supone que la desaparición de ésta especie se debe precisamente á cierto animalito, no más grande que un erizo, que solía visitar sus nidos para romper los huevos y devorar su contenido, estorbando así la reproducción de estos reptiles.
Los estudios de donde se han extractado estos detalles, así como todos los trabajos de limpiar y armar el esqueleto, han sido hechos bajo la dirección del profesor Henry F. Osborn, conservador de paleontología en el Museo de Nueva York. La extracción de los huesos fósiles, su traslado al museo, la restauración de los que estaban estropeados, y el montaje final de todo el esqueleto, le han ocupado por espacio de siete años.
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Pies de figuras (textual):
El brontosaurio, como debía ser cuando vivo
Esqueleto completo del brontosaurio en el Museo de Nueva York
Tamaños relativos del cráneo del brontosaurio y la cabeza humana
Tras meses de espera y de trabajo en la sombra, el VII Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología (EJIP), que el próximo año se celebrará en la ciudad portuguesa de Torres Vedras, empieza a dar señales de vida. Aunque, se continua trabajando en la web del encuentro, ya se puede consultar información preliminar del evento en la web de la Associação Leonel Trindade-Sociedade de História Natural , y solicitar información en la dirección de correo electrónico habilitada para el encuentro: viiejip@gmail.com. Por su parte, la Primera Circular del evento ya circula por los correos electrónicos de participantes en anteriores Encuentros además de estár disponible en dicha web (www.altshn.org).
En la imagen: Vista de los acantilados de Praia Assenta, en Torres Vedras (Formación Freixial, Jurásico Superior)
6.11.08
Prensa Histórica
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Si existieran hoy los animales antediluvianos. Servicios extraños que podrían prestarnos.
Merece la pena la lectura y reflexión de esta graciosa noticia publicada en Alrededor del Mundo hace más de un siglo, el 23 de noviembre de 1905. Las ilustraciones no tienen desperdicio. Aunque para el ser humano pudiera resultar exótico y rentable realizar un viaje intercontinental transportado por un pterodáctilo o navegar en una embarcación remolcada por un iguanodonte, no creo que a los antediluvianos les hubiese gustado realizar estos y otros servicios. De haber sido uno de ellos, también habría hecho lo posible por extinguirme para evitar este destino, ¿no estáis de acuerdo?
Transcripción (textual):
Transcripción (textual):
Con motivo de la publicación de una obra sobre los animales extinguidos, por el eminente naturalista Ray Lankester (*) el mundo científico ha vuelto a ocuparse en detalle de los monstruos antediluvianos, y de nuevo se ha pensado en lo diferente que sería la vida animal de nuestros bosques y de nuestros campos si aquellas gigantescas especies viviesen aún. Pero hay todavía una cuestión más interesante. Si los mamíferos, los reptiles y las aves de las edades prehistóricas hubieran sobrevivido hasta nuestros días, ¿qué influencia podrían haber tenido en la civilización moderna?
Hoy que el hombre ha llegado a á domesticar todos los animales que pueden prestarle en vida algún servicio; hoy que la domesticación de la hasta ahora indómita cebra es un hecho, y que hasta se habla de granjas de caimanes y parques de ballenas, indudablemente habríamos aprovechado la fuerza incomparable de aquellos colosos antediluvianos.
Supongamos por un momento que hubiese en la actualidad mastodontes. Un mastodonte era bastante parecido a un elefante, pero casi de doble corpulencia y con fuerzas igualmente duplicadas; por consiguiente, sería de gran utilidad como animal de carga ó de tiro. Se calcula que podría prestar los mismos servicios que un tiro de treinta caballos, que ya es algo. Para el arrastre de grandes camiones y el acarreo de materiales de construcción, sería difícil encontrar otro animal más a propósito, y tal vez se le pudiera utilizar también para la guerra, en cuyo caso fácilmente transportaría sobre su lomo una pieza de grueso calibre con todos sus artilleros.
Hoy que el hombre ha llegado a á domesticar todos los animales que pueden prestarle en vida algún servicio; hoy que la domesticación de la hasta ahora indómita cebra es un hecho, y que hasta se habla de granjas de caimanes y parques de ballenas, indudablemente habríamos aprovechado la fuerza incomparable de aquellos colosos antediluvianos.
Supongamos por un momento que hubiese en la actualidad mastodontes. Un mastodonte era bastante parecido a un elefante, pero casi de doble corpulencia y con fuerzas igualmente duplicadas; por consiguiente, sería de gran utilidad como animal de carga ó de tiro. Se calcula que podría prestar los mismos servicios que un tiro de treinta caballos, que ya es algo. Para el arrastre de grandes camiones y el acarreo de materiales de construcción, sería difícil encontrar otro animal más a propósito, y tal vez se le pudiera utilizar también para la guerra, en cuyo caso fácilmente transportaría sobre su lomo una pieza de grueso calibre con todos sus artilleros.
No menos útil que el mastodonte, aunque en otro sentido, podría ser el iguanodonte, especie de lagarto que generalmente se tenía derecho sobre las patas traseras, como un canguro gigantesco, y que en esa posición llegaba con la cabeza a la altura de un segundo piso. Era animal anfibio, como la tortuga, y con la facilidad con que debía moverse en el agua, unida a su gran fuerza, lo harían inapreciable para remolcar embarcaciones, especialmente barcos de recreo. La navegación fluvial y el remolque de las barcas en los puertos resultarían con este animalillo mucho más fácil que ahora, pudiendo suprimirse por completo los vaporcitos remolcadores y las lanchas de vapor.
El sistema saldría muy económico, pues aunque la manutención del iguanodonte no sería grano de anís, nunca igualaría á los gastos de carbón, salario de los obreros, etc.
Para las compañías de telégrafos, y de teléfonos debe de ser muy sensible que hayan desparecido aquellas gigantescas especies de reptiles que, como el diplodoco, estaban provistos de un cuello desmesuradamente largo y además tenían la costumbre de sentarse sobre el cuarto trasero y de levantarse en dos pies. Si hoy existiera el diplodoco, una vez domesticado sería un auxiliar precioso para la reparación de una línea telegráfica. No habría más que colgarse del cuello una plataforma, y desde ella los operarios podrían trabajar con toda comodidad. También servirían los diplodocos como carros de mudanzas, poniéndoles una especie de aguaderas de gran tamaño. Uno de estos monstruos podría cargar muy bien con todo el mobiliario de una casa, y acaso se le pudiera enseñar á sacar los muebles con la boca por los balcones, cosa que sería fácil dada la longitud de su pescuezo.
Muy parecido al diplodoco era el brontosaurio, otro reptil del cual ya en otra ocasión hablamos, y que, como entonces dijimos, medía nada menos que veinte metros de longitud y pesaba tanto como veinte elefantes. Si su fuerza era proporcional á su peso, en nuestros días hubiera sido muy útil para el tiro pesado. Podría habérsele empleado, por ejemplo, para arrastrar quince o veinte coches de tranvía. En las calles habría interrumpido el tránsito, pero fuera de la población, en líneas como las de Carabanchel y de la Guindalera, su utilidad sería inmensa.
Todos estos reptiles serían fáciles de domesticar, pues parece que no eran de carácter feroz, y sólo se alimentaban de hojas y tallos tiernos. En cambio, otro género de gigantes, los dinosaurios carnívoros, no podrían ser reducidos á la domesticidad. A lo sumo, una especie pequeña, que se alimentaba de aves que cogía al vuelo dando prodigiosos saltos, habría servido para la caza, siendo perfectamente posible emplearlo en la de pájaros, como en otro tiempo se empleaba el halcón en la de garzas. Ninguno de estos monstruos, sin embargo, habría sido tan útil al hombre como esos reptiles alados que los naturalistas llaman pterodáctilos, y que surcaban la atmósfera de nuestro planeta durante el periodo secundario.
Con frecuenta se habla de niños arrebatados por águilas. Un pterodáctilo de la mayor especie, cuyas alas abarcaban un espacio de más de seis metros, habría podido atravesar el atlántico de un vuelo, llevándose por los aires no a un niño sino a una familia entera. Transportado a nuestros días y domesticado, la navegación aérea habría dejado de ser un problema, y los inventores de globos y aparatos voladores podrían emplear de otro modo sus esfuerzos intelectuales.
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Pies de fotos (textual):
El brontosaurio sería el animal de tiro más fuerte del mundo
El pequeño dinosaurio, que serviría de perro de caza
El iguanodonte prestaría grandes servicios remolcando barcos de recreo
Merced al pterodáctilo, quedaría resuelta la navegación aérea
El diplodoco empleado para reparar líneas telegráficas
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(*) Se refiere a la obra Extinct Animals, publicada en 1905, de Sir Edwin Ray Lankester, catedrático de Zoología en el University College de Londres entre 1874 y 1890, catedrático de anatomía comparada en la Universidad de Oxford entre 1891 y 1898 y director del Museo de Historia Natural entre 1898 y 1907.
3.11.08
Conferencias,
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Patrimonio Geológico de la provincia de Cuenca
Desde este verano está disponible la Exposición didáctica itinerante "Patrimonio Geológico de la provincia de Cuenca".
La exposición surge como contribución a la celebración del Año Internacional del Planeta Tierra. Actualmente se está exponiendo en el IES Hervás y Panduro de Cuenca y permanecerá hasta el 11 de noviembre, cuando pasará a la Escuela de Magisterio de Cuenca.
La exposición consta de 60 fotografías, acompañadas de un breve texto, que recogen ejemplos destacados del patrimonio geológico conquense. Está dividida en los siguientes bloques temáticos: Paleontología, Mineralogía, Recursos mineros, Estructuras sedimentarias, Estratigrafía, Geomorfología, Tectónica, Hidrología, Modelado fluvial, Riesgos geológicos y Modelado kárstico.
Se ha editado un magnífico catálogo con todo el material gráfico de la exposición que se vende a 20 euros cada uno. El dinero recaudado se destinará íntegramente al proyecto solidario que la AEPECT tiene en Bolivia, en el que se está creando una red de bibliotecas y se trabaja en la formación de maestros y maestras.
En el ámbito de este blog, como parte de los actos que complementan la exposición, hasta el momento se ha participado impartiendo un par de conferencias sobre el yacimiento de Lo Hueco en los IES “Pedro Mercedes” y “Hervás y Panduro” de Cuenca.
--La exposición surge como contribución a la celebración del Año Internacional del Planeta Tierra. Actualmente se está exponiendo en el IES Hervás y Panduro de Cuenca y permanecerá hasta el 11 de noviembre, cuando pasará a la Escuela de Magisterio de Cuenca.
La exposición consta de 60 fotografías, acompañadas de un breve texto, que recogen ejemplos destacados del patrimonio geológico conquense. Está dividida en los siguientes bloques temáticos: Paleontología, Mineralogía, Recursos mineros, Estructuras sedimentarias, Estratigrafía, Geomorfología, Tectónica, Hidrología, Modelado fluvial, Riesgos geológicos y Modelado kárstico.
Se ha editado un magnífico catálogo con todo el material gráfico de la exposición que se vende a 20 euros cada uno. El dinero recaudado se destinará íntegramente al proyecto solidario que la AEPECT tiene en Bolivia, en el que se está creando una red de bibliotecas y se trabaja en la formación de maestros y maestras.
En el ámbito de este blog, como parte de los actos que complementan la exposición, hasta el momento se ha participado impartiendo un par de conferencias sobre el yacimiento de Lo Hueco en los IES “Pedro Mercedes” y “Hervás y Panduro” de Cuenca.
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