Recientemente las técnicas artísticas y científicas de las reconstrucciones paleontológicas están tomando protagonismo en la literatura especializada. Algo que no es de extrañar considerando que mostrar una imagen de las cuestiones de tiempos pretéritos ya es un objetivo de la investigación paleontológica per se. Todo ello añadido a que la ilustración científica y otras técnicas artísticas actúan de vehículo, facilitando la difusión y desarrollo del conocimiento científico por vías adicionales a las lingüísticas.
El Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontologia (EJIP), lleva contrayendo este fenómeno en sus últimas ediciones, siendo así también el caso de la más reciente, celebrada en Pombal, Portugal, donde una de las aportaciones viene desde más de diez mil kilómetros de distancia, en Chile, en la cual, artífices de la repercusión del fenómeno paleoartístico en este país, con cuatro Cumbres de Paleoarte organizadas por Patricio Ocampo Cornejo, toman parte en un análisis comparativo de la representación del emblemático dinosaurio: Chilesaurus diegosuarezi.
FIGURA 0: Chilesaurus diegosuarezi, por Christopher Lenin Chávez.
La repercusión mediática de esta especie, permite trazar un análisis de su representación en los medios de comunicación, haciéndose notoria una disparidad en la representación de su apariencia externa, donde se observan dos tendencias en función del contexto de los artistas: basándose en hipótesis filogenéticas por parte de los artistas involucrados con los autores del descubrimiento (Figura 1a), mientras que los independientes siguen hipótesis morfofuncionales (Figura 1b).
FIGURA 1: C. diegosuarezi, proporciones y posición por Christopher Lenin Chávez, textura y color por Eloy Manzanero. Basado en la reconstrucción esquelética presentada en Novas et al. (2015)
El segundo caso es muy frecuente, y a veces tratado con profundidad por el propio autor, como en estos Pachyrhinosaurus perotorum lanudos de Mark Witton (Figura 2).
Conviene recordar que estos casos pertenecen al mundo de la especulación, y que otros autores de la divulgación web recomiendan utilizar la evidencia filogenética en caso de que no exista otra, así como ocurre en el C. diegosuarezi de la figura 1a, y habitualmente en las reconstrucciones vinculadas con las entidades investigadoras de los taxones representados (Figura inferior).
Figura de Daniel Vidal, extraída de este post de Dinosaur Renaissance. Arriba, Carnotaurus con las impresiones de piel halladas situadas en su cuerpo según la descripción de Bonaparte, 1985. Abajo, otro abelisaurio emplumado por Davide Bonadonna, con las impresiones de Carnotaurus superpuestas. Según la evidencia filogenética, y teniendo en cuenta la alternancia de plumas y escamas en todas las pieles conocidas de dinosaurios hasta ahora, lo más probable es que las zonas sombreadas de la figura inferior estuvieran desprovistas de una cubierta densa de plumas u otros filamentos.
Aún así, las limitaciones que ofrece el registro fósil actual, son frustrantemente limitadas, y a menudo, es problemático utilizar a los representantes más cercanos de los caracteres de las formas no avianas de los dinosaurios; estos son, cocodrilos y aves, ambos con algunas de estas estructuras muy especializadas y por tanto, modificadas respecto a las condiciones ancestrales. Con lo cual, serán necesarios nuevos hallazgos de tejidos blandos para por lo menos vislumbrar la imagen de Ch. diegosuarezi. Para más información, aquí os queda, el resumen del trabajo:
ENGLISH:Chilesaurus diegosuarezi is a species of theropod dinosaur from the Titonian period, Upper Jurassic, of the Toqui Formation, Aysén, Chile. It’s the only non-ceolurosaurian theropod that developes herviborism (a phytophagous diet, nutrition, feeding), undergoing a secondary loss of cursorial adaptations (Novas et al., 2015). The mass media have been showing a noticeable variability in the depictions of this animal; especially with regard to its dermal structures, which we compare here to our own reconstruction, so as to the description of the methodology employed optimizes its purpose both as a popularization of science as well as a reference for further life restorations by other authors. (Manzanero et al., 2016).Novas et al. (2015) submit, in their work, a life restoration based mainly on the holotype SNMG-1935 which was used as a reference for figures 1a and 1b. Figure 1a shows the animal deprived of filamentous structures as seen in the illustrations submitted by the academic entities involved in the discovering of Ch. diegosuarezi. These illustrations are a work by Gabriel Lio, and Mauricio Álvarez. Figure 1b proposes Ch. diegosuarezi provided with filamentous structures, which is a widely represented feature in life restorations unconnected with the authors of the discovering of this theropod. That’s the case of the ones realized by Mohamad Haghani, Robinson Kunz o Ildar Gismatullin. Programs used to make the figures 1a and 1b: ZBrush-R46, Blender, Adobe Photoshop and PaintToolSai.Numerous evidences of feathers and tegumentary filaments have been described in non-avian Coelurosaurians. Some examples of this are the carnosaur Concavenator corcovatus (Cuesta et al., 2015) and some ornithischians. Within the latter, the discovery of Kulindadromeus zabaikalicus means (given the morphology of its structures) a support to the presence of tegumentary filaments as a synapomorphic character in Dinosauria; (Godefroit et al., 2014). On the contrary, the analysis of the fossil record of Ornithodira (Barrett et al., 2015), finds the absence of these structures is more likely in the origin of Dinosauria, although a possible taphonomic bias is present due to a lack of fossil sites of low energy ecosystems previous to Upper Jurassic. Disregarding the homology between filaments belonging to Ornithischia and Theropoda, the phylogenetic bracketing places the origin of feathers or protofeathers in Avetheropoda, clade out of which Ch. diegosuarezii is. But, since palaeoimaginery constitutes a communicative element for the spreading and development of hypothesis (Vidal & Miguel-Chaves, 2015), those proposing a previous origin of filaments due to functional factors (Persons & Currie, 2015) have also been represented here.Co. corcovatus is the dinosaur most distant to birds which displays fossil evidence of scales constituting a podotheca (Cuesta et al., 2014), whereby, none of the images of Ch. diegosuarezi depicted in this work shows such a structure, in spite of how widespread is the presence of a podotheca in reconstructions shown in all media, as well as it commonly happens in the depictions of any other dinosaur species (Miguel-Chaves et al., 2015).The forelimbs have been represented with hands partially flexed laterally, according to Chimento et al., (2016). The coloration of the scales in figure 1a combines greenish hues with slightly flashier areas in the head and neck, representing thus one of the most frequent patterns in extant reptiles. In figure 1b) dark pigments are included, a common trait in the most part of the fossil record for Maniraptora and numerous current taxa. However, studies on fossil melanosomes do not support this color correlation out of Maniraptora (Li et al., 2014).Life restorations of Ch. diegosuarezi by authors involved in academic institutions reasearching this theropod, spread phylogenetic bracketing supported hypothesis with regard to the restoration of soft tissue. These hypothesis aren’t influential for authors unconnected with such institutions, who seem to prefer life restorations based on morphofunctional hypothesis. The presence of a podotheca is extensively depicted in life restorations of Ch. diegosuarezi although unsupported by any evidence whatsoever.
ESPAÑOLChilesaurus diegosuarezi es una especie de dinosaurio terópodo procedente del Titoniense, Jurásico Superior de la formación Toqui, Aysén, Chile. Es el único terópodo fuera de Coelurosauria que adquiere herbivorismo con una pérdida secundaria de adaptaciones cursoriales (Novas et al., 2015). Los medios de comunicación muestran una marcada variabilidad en la representación de este animal; en especial en las estructuras dérmicas, comparadas aquí con una reconstrucción propia, con el objetivo de que la descripción de la metodología utilizada, optimice su finalidad divulgativa y sirva de referente para reconstrucciones de otros autores (Manzanero et al., 2016).El trabajo de Novas et al. (2015) presenta un reconstrucción basada principalmente en el holotipo SNMG-1935, la cual ha supuesto el referente de las figuras 1a y 1b. La figura 1a muestra al animal desprovisto de estructuras filamentosas como las imágenes presentadas desde las entidades académicas relacionadas con el descubrimiento, ilustradas por Gabriel Lio y Mauricio Álvarez. Las figura 1b plantea a Ch. diegosuarezi provisto de estructuras filamentosas, caracter extensamente representado en aquellas reconstrucciones externas a los autores del descubrimiento. Es el caso de las realizadas por Mohamad Haghani, Robinson Kunz o Ildar Gismatullin. Para la realización de las figuras han sido utilizados los programas: ZBrush-R46, Blender y Adobe Photoshop.
Se han descrito numerosos casos de evidencias de plumas y filamentos tegumentarios en Coelurosauria no avianos; en el carnosaurio Concavenator corcovatus (Cuesta et al., 2015) y en ornitisquios. Entre estos últimos, el descubrimiento de Kulindadromeus zabaikalicus; supone (dada la morfología de sus estructuras) un apoyo a que la presencia de filamentos tegumentarios sea un caracter sinapomórfico de Dinosauria; (Godefroit et al., 2014). En cambio, el análisis del registro fósil de Ornithodira de Barrett et al. (2015), encuentra más probable la ausencia de estas estructuras en el origen de Dinosauria, aunque existe un sesgo tafonómico por falta de yacimientos de ecosistemas de baja energía anteriores al Jurásico Superior. Desconociendo la homología entre los filamentos de Ornithischia y Theropoda, el horquillado filogenético sitúa el origen de las plumas o protoplumas en Avetheropoda, clado que no incluye a Ch. diegosuarezi. Pero dado que la paleoimaginería supone un elemento comunicativo para la transmisión y desarrollo de hipótesis (Vidal & Miguel-Chaves, 2015), se han reflejado también las que proponen un origen anterior de los filamentos debido a factores funcionales (Persons & Currie, 2015).
Co. corcovatus es el dinosaurio más lejano a las aves que presenta evidencia fósil de escamas formando una podoteca (Cuesta et al., 2014), por lo cual, ninguna de las imágenes de Ch. diegosuarezi representadas en este trabajo la muestra, pese a lo extendida que se encuentra dicha estructura en la imagen de este animal en los medios, así como ocurre generalmente en las representaciones de dinosaurios (Miguel-Chaves et al., 2015).
Los miembros anteriores, han sido representados con una flexión lateral parcial de la mano, de acuerdo a Chimento et al., (2016). La coloración de las escamas en la figura 1 combina tonalidades verdosas con regiones levemente más llamativas en la cabeza y cuello, representando uno de los patrones comunes en los reptiles actuales. En la figura 2, se incluyen pigmentos oscuros, comunes en la mayor parte del registro fósil de Maniraptora y numerosas formas actuales. Sin embargo, los estudios de melanosomas fósiles no apoyan la correlación de la coloración fuera de Maniraptora. (Li et al., 2014).
Las reconstrucciones relacionadas con las instituciones investigadoras de Ch. diegosuarezi, transmiten hipótesis científicas para la representación del tejido blando en este animal sostenidas en el horquillado filogenético. Estas, no son influyentes en autores ajenos, que parecen optar por reconstrucciones basadas en hipótesis morfofuncionales. La presencia de podoteca está extensamente representada en las reconstrucciones de Ch. diegosuarezi pese a no estar evidenciada.
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Más información:
- Referencia: Chavez, C. L., Ocampo-Cornejo, P., Manzanero, E. 2017. Depicting Chilesaurus diegosuarezi (Dinosauria: Theropoda) In: Barrios de Pedro, S. et al, A Glimpse of the Past. Abstract Book of the XV Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología/XV Encontro de Jovens Investigadores em Palentologia, Lisboa. 101- 105.
- Bibliografía:
- Bonaparte, José F. (1985). "A horned Cretaceous carnosaur from Patagonia". National Geographic Research. 1 (1): 149–151.
- Novas, F. E.; Salgado, L.; Suárez, M.; Agnolín, F. L.; Ezcurra, M. N. D.; Chimento, N. S. R.; de la Cruz, R.; Isasi, M. P.; Vargas, A. O.; Rubilar-Rogers, D. (2015). An enigmatic plant-eating theropod from the Late Jurassic period of Chile. Nature 522, 331–334.
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