Aunque está claro que las aves descienden de los reptiles, saber qué antediluvianos dieron origen al vuelo ha sido un tema históricamente discutido. ¿Consideras válida la hipótesis “the ground up” o eres más bien de los que postulan “the trees-down”? Pienses lo que pienses, seguro que nunca te has planteado la curiosa idea que podríamos denominar “the water up”, de la que se ya se hablaba hace más de un siglo. Realmente “de las aletas y los saltos del plesiosaurio a las alas y el vuelo de los primitivos reptiles voladores, no hay más que un paso”. Para entender estas ideas lo mejor es leer este artículo, publicado en Alrededor del Mundo el 4 de enero de 1906.
Transcripción (textual):
Transcripción (textual):
¿Por qué dentro de un mismo grupo zoológico unos animales tienen alas y otros no? ¿Y por qué algunos, de organización más rudimentaria, están dotados de estos órganos, que indican una perfección, y otros más superiores carecen de ellos?
Concretándonos á las alas de los vertebrados, vemos que son siempre una modificación de la mano; el proceso de esta modificación es difícil conocerlo con exactitud, pero cabe explicarlo por hipótesis.
Hay dos clases de animales que demuestran marcada propensión a saltar, y el salto no es más que un principio del vuelo. Son los animales que viven en el agua y los que habitan en los árboles. De unos ó de otros pueden, por lo tanto, descender los seres que vuelan.
El progenitor acuático de los volátiles debió ser alguno de aquellos gigantescos reptiles antediluvianos que en los mares secundarios ocupaban el sitio de los cetáceos actuales. De éstos, del delfín, de la marsopa y hasta del pesado cachalote, todo el mundo sabe que dan saltos descomunales por encima del agua, elevándose en el aire como si quisieran emprender el vuelo; lo mismo debían hacer aquellos monstruos, y es evidente que al plesiosaurio, por ejemplo, que estaba dotado de enormes aletas, le sería muy fácil este movimiento. De las aletas y los saltos del plesiosaurio á las alas y el vuelo de los primitivos reptiles voladores, no hay más que un paso.
El plesiosaurio tenía el cuello largo y flexible, y la piel desnuda, asemejándose en esto y en otros caracteres á los dinosaurios y brontosaurios, de que varias veces nos hemos ocupado es estas páginas. Indudablemente, entre todos estos animales había relaciones de parentesco, más evidentes por ser el brontosaurio un animal anfibio, y es muy posible que los antecesores del plesiosaurio fuesen muy afines á aquel.
La adaptación de las patas para la vida en el agua, transformándose en aletas, es cosa que se observa en muchos grupos zoológicos. En cuanto á la transformación de las aletas en alas, ya no es tan fácil de comprender. Sin embargo, hay ejemplos, pudiendo citarse el de los peces voladores, y también el de la rana voladora de Borneo.
En este pequeño batracio, descubierto por el naturalista Wallace, las membranas interdigitales, que á las demás ranas les sirven para nadar, están muy desarrolladas y permiten al animalito cruzar por el aire distancias no muy largas.
La conversión de la mano en ala en los animales de costumbres arborícolas, no parece haberse hecho de un modo tan directo. Por las ardillas voladoras o por el dragón ó lagarto volante vemos que en estos seres las alas empiezan por ser una continuación de la piel de los costados; pero ya el anomaluro, especie de ardilla volante que vive en Fernando Póo y en la Costa de Guinea, tiene en las extremidades anteriores una ternilla larga y dura, que es como un rudimento de armazón para sus alas; y en los murciélagos éstas abarcan todos los dedos, excepto el pulgar, extendiéndose sobre ellos como la tela de un paraguas se extiende sobre el varillaje.
Los primeros seres alados de organización superior no fueron los pájaros ni murciélagos, sino reptiles. Los había de dos clases, que los naturalistas han llamado pterodáctilos y ranforincos, y venían á ser como gigantescos lagartos con alas. Sobre los pterodáctilos, Alrededor del Mundo publicó en su número 88 un dibujo y algunos interesantes detalles, que no hemos de repetir ahora; los ranforincos se distinguían por tener la cola mucho más larga y estar provistos de un enorme pico córneo. En todos ellos, el armazón del ala lo formaba solamente el quinto dedo de la mano, que era muy largo, y los demás dedos estaban libres, constituyendo una mano pequeñita, armada de garras.
De estos reptiles voladores parecen derivarse las primeras aves. El arqueópterix, que es el pájaro antediluviano más antiguo que se conoce, no era, en efecto, más que un pterodáctilo con plumas. Tenía dientes en el pico, su cola era una verdadera cola de lagarto con una fila de plumas a cada lado, y en la articulación de sus alas aún existía la mano bien formada, con los dedos provistos de uñas. La relación intima de esta ave prehistórica con los gigantescos dinosaurios de que antes hablábamos, la demuestran ciertas particularidades del esqueleto del cuerpo, las cuales, cosa singular, existen todavía en las aves actuales, pero sólo cuando se hallan en estado de embrión.
Ciertos pájaros de ahora ofrecen, en los primeros días de su vida, grandes semejanzas con aquellas aves que eran todavía semi-reptiles. Los pollitos del hoactzin, ave propia de América central, tienen dedos en las alas, con sus correspondientes uñas, y como ya en otra ocasión dijimos a nuestros lectores, se conocen muchas aves con las alas armadas de espolones, recuerdo de las garras de que estaban armados aquellos monstruosos reptiles que pululaban en la tierra hace muchos miles de años, que hoy se consideran como los progenitores del mundo alado.
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Pies de figuras (textual):
- Un grupo de Brontosaurios. Aun cuando no lo parezca, estos reptiles eran parientes lejanos de las aves de hoy en día.
- Esqueleto de un Pterodáctilo
- Los plesiosaurios
- El Arqueópterix. La primera ave conocida. Tenía dedos en las alas y dientes en el pico
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