Un Tarbosaurus te espera en la exposicion "Dinosaurios. Tesoros del desierto del Gobi" que se inauguró ayer en la sede de Cosmocaixa en Alcobendas (Madrid) y que estará disponible hasta Enero de 2011.
"En marzo de 1961 se realizó en Varsovia una reunión de representantes de academias de ciencias del bloque soviético. El profesor Kozlowski propuso a la de la República Popular de Mongolia realizar tres expediciones conjuntas, en años consecutivos, al Gobi. La Academia de Ciencias Polaca encomendó los preparativos a Kielan-Jaworowska. (…) La Academia de Ciencias en Ulan Bator designó a Rinchen Barsbold, Demberlyin Dashzeveg y Perle Altangerel, como principales paleontólogos mongoles.
La primera expedición, en 1963, fue básicamente de reconocimiento, fueron visitadas las localidades clásicas de las expediciones de Andrews y soviético-mongolas. Además, se prospectaron determinadas zonas en busca de nuevos yacimientos en el sur y sureste del Gobi. El flamante camión polaco “Star 25”, muy útil en suelos rocosos firmes, se vio poco adecuado en lugares arenosos. Afortunadamente, los mongoles contaban con un vehículo “Gaz 63” (todoterreno ruso de origen militar). Con esta ayuda la primera campaña polaco-mongola pudo recorrer 8.000 km hasta el mes de septiembre.
Durante el invierno se preparó cuidadosamente la siguiente expedición. En diciembre D. Dashzeveg, y otro colega mongol, acudieron a Varsovia para ayudar en la interpretación de topónimos en los mapas y preparar el itinerario de 1964; en marzo de ese año toda la impedimenta se envió por tren a Ulan Bator. Un nuevo camión, un “Star 266”, con tracción a las 6 ruedas, se ajustó mucho mejor a las necesidades de los expedicionarios. Durante los meses de junio y julio hallaron abundante material de tortugas, huesos sueltos de dinosaurios y troncos fósiles en la localidad de Tsagan Khushu, en donde encontraron su primer esqueleto dinosauriano. Las primeras evidencias de este ejemplar fueron halladas por el paleontólogo Gwidon Jakubowski, en sedimentos de arenisca roja. Asumiendo que se trataba de un único esqueleto, los expedicionarios comenzaron a excavar hasta desenterrar un magnífico ejemplar de Tarbosaurus joven, de unos 7,5 m de longitud total. El animal yacía de costado, con el cuello arqueado hacia su espalda, la cola combada y las extremidades flexionadas. En palabras de Kielan-Jaworowska “el esqueleto…había sido preservado en la misma posición en la que el animal había muerto hace 80 millones de años. Los camellos muertos a menudo se encuentran en el desierto en la misma postura de agonía, con la cabeza hacia atrás y las patas flexionadas”. El “esqueleto de Gwidon”, como fue llamado este notable espécimen, supuso una inyección de moral para los expedicionarios y planteó graves problemas de extracción. Finalmente se adoptó la solución menos mala: fue cortado en 16 secciones, que se reconstruyeron como un puzzle en Varsovia. De aquí se sacó una copia que reproducía el fósil tal y como fue hallado. Posteriormente el esqueleto fue extraído de su roca matriz y finalmente se convirtió en el primer dinosaurio montado en la capital polaca. Tarbosaurus (“lagarto terrible”) fue propuesto por el paleontólogo soviético A. E. Maleev en 1955. La historia de este género es compleja, aunque podría resumirse en la duda de si se trata del mismísimo Tyrannosaurus o es un género diferente. La propuesta ha ido cambiando históricamente, en la actualidad existe un cierto consenso de que Tyrannosaurus y Tarbosaurus son formas diferentes de dinosaurios terópodos de la familia tiranosáuridos. En general, se admite que el tiranosaurio asiático es algo más pequeño que el norteamericano. Otro rasgo, que diferencia a ambos carnívoros, son las dimensiones relativas de las extremidades anteriores, proporcionalmente más pequeñas en Tarbosaurus. Este género está relativamente bien representado. Las expediciones soviético-mongolas hallaron 7 esqueletos, 3 las polaco-mongolas, y Currie explica que existían al menos 6 esqueletos más en Ulan Bator, en el año 2000. El paleontólogo canadiense refiere que se conocen en la actualidad casos de haber encontrado esqueletos en el campo y haberlos dejado allí."
("Cazadores de Dragones", José Luis Sanz).
La primera expedición, en 1963, fue básicamente de reconocimiento, fueron visitadas las localidades clásicas de las expediciones de Andrews y soviético-mongolas. Además, se prospectaron determinadas zonas en busca de nuevos yacimientos en el sur y sureste del Gobi. El flamante camión polaco “Star 25”, muy útil en suelos rocosos firmes, se vio poco adecuado en lugares arenosos. Afortunadamente, los mongoles contaban con un vehículo “Gaz 63” (todoterreno ruso de origen militar). Con esta ayuda la primera campaña polaco-mongola pudo recorrer 8.000 km hasta el mes de septiembre.
Durante el invierno se preparó cuidadosamente la siguiente expedición. En diciembre D. Dashzeveg, y otro colega mongol, acudieron a Varsovia para ayudar en la interpretación de topónimos en los mapas y preparar el itinerario de 1964; en marzo de ese año toda la impedimenta se envió por tren a Ulan Bator. Un nuevo camión, un “Star 266”, con tracción a las 6 ruedas, se ajustó mucho mejor a las necesidades de los expedicionarios. Durante los meses de junio y julio hallaron abundante material de tortugas, huesos sueltos de dinosaurios y troncos fósiles en la localidad de Tsagan Khushu, en donde encontraron su primer esqueleto dinosauriano. Las primeras evidencias de este ejemplar fueron halladas por el paleontólogo Gwidon Jakubowski, en sedimentos de arenisca roja. Asumiendo que se trataba de un único esqueleto, los expedicionarios comenzaron a excavar hasta desenterrar un magnífico ejemplar de Tarbosaurus joven, de unos 7,5 m de longitud total. El animal yacía de costado, con el cuello arqueado hacia su espalda, la cola combada y las extremidades flexionadas. En palabras de Kielan-Jaworowska “el esqueleto…había sido preservado en la misma posición en la que el animal había muerto hace 80 millones de años. Los camellos muertos a menudo se encuentran en el desierto en la misma postura de agonía, con la cabeza hacia atrás y las patas flexionadas”. El “esqueleto de Gwidon”, como fue llamado este notable espécimen, supuso una inyección de moral para los expedicionarios y planteó graves problemas de extracción. Finalmente se adoptó la solución menos mala: fue cortado en 16 secciones, que se reconstruyeron como un puzzle en Varsovia. De aquí se sacó una copia que reproducía el fósil tal y como fue hallado. Posteriormente el esqueleto fue extraído de su roca matriz y finalmente se convirtió en el primer dinosaurio montado en la capital polaca. Tarbosaurus (“lagarto terrible”) fue propuesto por el paleontólogo soviético A. E. Maleev en 1955. La historia de este género es compleja, aunque podría resumirse en la duda de si se trata del mismísimo Tyrannosaurus o es un género diferente. La propuesta ha ido cambiando históricamente, en la actualidad existe un cierto consenso de que Tyrannosaurus y Tarbosaurus son formas diferentes de dinosaurios terópodos de la familia tiranosáuridos. En general, se admite que el tiranosaurio asiático es algo más pequeño que el norteamericano. Otro rasgo, que diferencia a ambos carnívoros, son las dimensiones relativas de las extremidades anteriores, proporcionalmente más pequeñas en Tarbosaurus. Este género está relativamente bien representado. Las expediciones soviético-mongolas hallaron 7 esqueletos, 3 las polaco-mongolas, y Currie explica que existían al menos 6 esqueletos más en Ulan Bator, en el año 2000. El paleontólogo canadiense refiere que se conocen en la actualidad casos de haber encontrado esqueletos en el campo y haberlos dejado allí."
("Cazadores de Dragones", José Luis Sanz).
1 comentario:
La exposición es espectacular, con muchísimos ejemplares originales.
Muy recomendable.
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