Puesto que la mañana está siendo tan nevada, hemos decidido contagiarnos nosotros también de ello, y enseñaros la escultura de nieve que hicieron Elena Cuesta, que está haciendo su doctorado sobre Concavenator corcovatus en la Universidad Autónoma de Madrid, e Ignacio Monedero, también doctorando en la UAM, del susodicho terópodo este fin de semana pasado en la nieve.
El pobre animal parece que acabó sepultado bajos centímetros y centímetros de nieve, pero pudo asomarse lo suficiente como para que le veamos su cabeza y su característica joroba. Parece que Pepito, tan acostumbrado a las cálidas temperaturas del Cretácico Inferior, también sabe disfrutar de los fríos inviernos del Holoceno.
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