9.2.09

El dragón del siglo XIX

A mediados del siglo XIX, los pterosaurios eran considerados como los auténticos dragones conocidos ya en la mitología clásica, seres con garras del león, cuerpo de cocodrilo, cola de lagarto, alas de murciélago, cabeza de pájaro y cuello de serpiente. Merece la pena ver cómo se describían y los hábitos de vida interpretados para estos animales el 25 de Junio de 1850 en “Museo de las familias”

Trascripción (textual):
Los antiguos poetas han dado tortura á la imaginacion para crear un animal espantoso, capaz de inspirar terror a los mas intrépidos. Le han dado las garras del leon, un cuerpo de cocodrilo, una cola de lagarto, alas de murciélago, una cabeza de pájaro, un cuello de serpiente y le han llamado dragon volante. De esto resulta que las imaginaciones frias se han burlado de él, y las naciones supersticiosas han hecho del dragón una especie de divinidad fantástica, ó al menos un ser misterioso unido á su teosofia. Tales son aun los chinos, los persas, y otras poblaciones de la India.
Pero lo que hay de singular en esto, es que se ha descubierto hace poco tiempo, y en varios parages, esqueletos mas ó menos enteros de estos pretendidos dragones fantásticos, y de los cuales se cuentan hoy siete especies conocidas. Se le ha dado el nombre de terodáctilo, en griego, doig-aile, porque en efecto los miembros de sus largas alas estaban unidos á uno de sus dedos prodigiosamente largos.
Presentamos como muestra el terodáctilo de pico corto (pterodactylus brevirostris) el menos extraño de todos; pero aquel cuyo esqueleto mejor conservado permite mas fácilmente restituirlo á sus proporciones exactas. Este era un monstruo en miniatura, puesto que su grandor no sobrepujaba al de un mirlo.
Pero no sucedia en el grantendactilo (pterodactylus grandis), que tenia quince pies de diámetro: su hocico se prolongaba en un pico casi tan largo como su cuerpo, y armado de dientes puntiagudos y numerosos; sus ojos eran grandes, su cabeza parecida á la de un pájaro, y como ellos tenia las narices taladradas cerca de los ojos, al paso que en los otros reptiles están colocadas en la punta del hocico. Su cuello era igualmente mas largo que su cuerpo y parecido al tronco de una serpiente, de manera, que cuando volaba, se veia obligado para sostener su cabeza á replegarla sobre su lomo. Su cuerpo escamoso, asi como su cola corta, se asemejaba al de los lagartos; pero sus gruesos músculos pectorales estiraban mucho su pecho como sucede á las aves y á los murciélagos. Sus vigorosos brazos terminaban por un dedo prodigiosamente largo y llevando la membrana del ala; otros tres dedos de proporciones extraordinarias se veian armados de gruesas uñas, que servian al animal para suspenderse en las ramas de los árboles. Sus pies traseros eran menos gruesos, pero igualmente largos, terminando en una pata de lagarto, cuyos dedos eran mas cortos y armados de uñas menos grandes y menos agudas.
Resultaba de esta estraña conformacion que el animal debia tener un gran poder de vuelo y hendir los aires con mucha facilidad; pero sobre la tierra no podia ya obrar con la misma libertad de movimiento; se veia entonces obligado á arrastrarse pesadamente embarazado por las membranas de sus alas, ó á sostenerse en una posición vertical, puesto sobre su cola que le servia de apoyo para marchar saltando. Sin duda daba caza á los insectos, ó á otros reptiles menos fuertes que él y tal vez á las aves acuáticas.
No hay precision de hacer observar el paso sorprendente de los reptiles á los mamíferos volantes (murciélagos, galcopitecos), por los terodáctilos. Aquí el eslabon intermedio está de tal manera pronunciado, que muchos anatómicos han considerado estos mónstruos como murciélagos, hasta que Cuvier ha probado que pertenecían mas particularmente á la especie de los lagartos.

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