Los dinosaurios son frecuentemente protagonistas de relatos cortos (y no sólo porque al despertarnos todavía estén ahi), quizas por su capacidad evocativa o por su enorme versatilidad como metáfora. Retomamos hoy la serie del "rincón literario" para referirnos a un texto, no demasiado popular, que forman parte de "Los dinosaurios y otros relatos" de Gregorio Ortega. El pequeño relato presenta varias características interesantes. La primera es que utiliza el concepto de dinosaurio como una metáfora ecológica o social. La segunda, como veremos más adelante, se refiere a su propuesta de generación de un mundo en el que los dinosaurios nunca se extinguieron, simplemente nos lo han intentado hacer creer para encubrir el exterminio al que están siendo sometidos por parte de los paleontólogos.
Gregorio Ortega fue un periodista y diplomático cubano fallecido en 2004. En su curriculum consta, por ejemplo, haber sido corresponsal de la agencia Prensa Latina, para la que cubrió muchos de los conflictos bélicos mundiales en la década de los 60, y haber sido el embajador de Cuba en Francia entre 1973 y 1983. Como escritor, probablemente su obra más conocida es la novela policíaca Cundo Macao, pero también es popular su producción de relatos.
El que da nombre al recopilatorio que comentamos hoy, es una obra corta enfocada desde un punto de vista muy particular. Intentando no entrar en el spoiler, la narración se basa en que los paleontólogos, lejos de recuperar los restos de las dinosaurios de las rocas, realmente se dedican a su exterminio, mientras convencen al resto de la población de que se han extinguido. Toda la historia de la paleontología de vertebrados puede ser leída bajo ese prisma y nos ofrece pasajes como:
(…) Toda esta desinformación interesada se propaga al solo objeto de ocultar uno de los más monstruosos crímenes de la historia: la despiadada cacería de los dinosaurios (…) Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope organizaron sus gavillas de matones, se odiaron ferozmente y en una cruenta puja asolaron Montana (…) Sólo apreciaban los esqueletos, y dejaron montañas de carne abandonadas en las mesetas y las gargantas de los ríos; tales que ni los buitres, los lobos y los coyotes pudieron reducir (…) la codicia se desató en la región de Alberta (…) el Museo de Berlín se arrojó sobre Tanzania (…) los norteamericanos lanzaron sucesivas expediciones en el desierto de Gobi (…)
El relato es corto y no queremos destriparlo. La voracidad humana va exterminando a los dinosaurios mientras, en un ejercicio de múltiple moral, niega su existencia y se vanagloria de tener enormes colecciones con sus restos en los Museos de Historia Natural.
Dejamos, como siempre que sea el lector el que, una vez localizado el relato (esta vez no somos capaces de ofrecerlo sin cometer un delito), termine el texto y decida por si mismo qué representan los dinosaurios de G. Ortega.
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- Referencia: "Los dinosaurios y otros relatos" de Gregorio Ortega. Editorial Tambre (A Coruña) 1993. Editado y comentado por Luis Alonso Girgado
- Pregunta fuera de lugar: ¿qué demonios es lo que aparece en la portada de la edición de Tambre que colocamos como imagen?
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