En la entrega anterior hacíamos referencia a como el discurso fantástico inventaba “mundos perdidos” para conseguir la sincronía entre humanos y dinosaurios. En el caso de “Plutonia” de Obruchev los dinosaurios habían conseguido sobrevivir en el interior de la tierra, en la más pura referencia al "Viaje al Centro de la Tierra" de Julio Verne. Pero las cumbres inaccesibles de los “tepuy” de la Amazonia son también un magnífico lugar para instalar "El Mundo Perdido".
¿El Mundo Perdido del Parque Jurásico II de Spielberg? -No.
Ok, ¿la novela de Crichton? -No, tampoco,
¿la película de 1960?, ¿la de 1925? -Que noooo. Que vamos a la madre de todos los mundos perdidos: "El Mundo Perdido" de Arthur Conan Doyle.
¿El Mundo Perdido del Parque Jurásico II de Spielberg? -No.
Ok, ¿la novela de Crichton? -No, tampoco,
¿la película de 1960?, ¿la de 1925? -Que noooo. Que vamos a la madre de todos los mundos perdidos: "El Mundo Perdido" de Arthur Conan Doyle.
El argumento es bien conocido ya que, además, ha sido reutilizado en innumerables ocasiones: un grupo dispar de expedicionarios se embarca con distintos objetivos en un viaje a una relicta zona de Sudamérica. El grupo se compone por una explosiva mezcla de rudos aventureros, ambiciosos científicos obsesivos y periodistas dispuestos a epatar a cándidas doncellas.
El caso es que, en la cumbre de los tepuy amazónicos, protegidos por sus paredes verticales, ha conseguido llegar hasta nuestros dias una muestra de fauna mesozoica (y no sólo mesozoica), entre la que encontramos algunos dinosaurios. El argumento tiene sus tiranteces, dado que los dinosaurios llevan inmutables desde que se quedaros aislados hasta el punto que un científico, que sólo los conoce a partir de sus fósiles, puede identificarlos con facilidad. Además, aparecen, sin demasiados problemas para el equilibrio, algunos elementos completamente diacrónicos, como grupos de homínidos que parecen convivir sin problemas con los dinosaurios.
Uno de los muchos aspectos interesantes del relato de Conan Doyle es reconocer la concepción que en ese momento (1912) se tiene de algunos dinosaurios conocidos. Leidy, en Estados Unidos, y Dollo en Europa, ya habían descrito respectivamente a Hadrosaurus e Iguanodon como animales canguroides gigantes y Conan Doyle representa fielmente esta idea junto a persecuciones dignas de Parque Jurásico.
"No se me ocurre cómo describir mejor a usted su apariencia que diciendo que se asemejaban a monstruosos canguros, de veinte pies de largo y con una piel similar a la de los cocodrilos negros. "
"No se me ocurre cómo describir mejor a usted su apariencia que diciendo que se asemejaban a monstruosos canguros, de veinte pies de largo y con una piel similar a la de los cocodrilos negros. "
(...)
"Por un momento, al ver su figura, confié en que fuera un iguanodonte, que conocía como un animal inofensivo, pero a pesar de mi ignorancia no tardé en advertir que ésta era una bestia muy diferente. En lugar de la bondadosa cabeza parecida a la de un ciervo, característica del gran animal de patas de tres dedos que comía hojas, esta fiera tenía un hocico ancho, aplastado, semejante al de un sapo, como el de aquel que nos había alarmado en nuestro campamento. Tanto su grito feroz como la horrible energía que ponía en su persecución me persuadieron de que era seguramente uno de los grandes dinosaurios carnívoros, o sea, una de las bestias más terribles que habían pisado la faz de la tierra. Cuando el enorme bruto saltaba, se dejaba caer sobre sus patas delanteras y acercaba su nariz al suelo cada veinte yardas o cosa así. Estaba husmeando mi rastro. A veces, por un instante, lo perdía, pero volvía a encontrarlo enseguida y avanzaba saltando rápidamente por el sendero que yo había tomado."
Otro de los aspectos interesantes es la "estereotipación" del científico senior (al que veremos posteriormente en otros relatos). Evidentemente Conan Doyle conocia bien las mimbres con las que caricaturizar a un paleontólogo victoriano cuando presenta a G. E. Challenger, pero también conocia las instituciones de referencia del momento.
"Aquí hay un resumen de sus antecedentes. Voy a leérselo: «Challenger, George Edward. Nació: Largs, N. B., 1863. Estudios: Academia de Largs; Universidad de Edimburgo. Ayudante en el British Museum, 1892. Ayudante–conservador del Departamento de Antropología Comparada, 1893. Dimitió el mismo año después de intercambiar una mordaz correspondencia. Premiado con la Medalla de Crayston por investigaciones zoológicas. Miembro extranjero correspondiente de ...» (bueno, aquí una verdadera ristra de nombres, que ocupa cerca de dos pulgadas en tipografía menuda), Asociété Belge, American Academy of Sciences, La Plata, etc., etc. Expresidente de la Sociedad Paleontológica, Sección H, British Association (¡etc., etc.!).... "
La novela es corta y se lee con facilidad… a estas alturas ya nada va a sorprenderte en este relato, pero no está mal echarle un vistazo a los clásicos...
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