Refiriéndonos a Cuenca y canturreando una vieja canción: ¡Aquí no hay playa, vaya, vaya!…. Supongo que eso nos libra de las masificaciones de ciertas zonas costeras y de los ruidos nocturnos provocados por millones de turistas que vienen a España buscando diversión y cubatas a 5 euros.
No, aquí no hay playa. Aquí disfrutamos de la sierra, de los pantanos, de la tranquilidad de noches frescas y aireadas, sin agobios y plagadas de sonidos tan naturales como el canto de los grillos, de las ranas o de algún que otro pájaro nocturno… ¡Quién sabe si Pepito, en otros tiempos!
Pero lo bueno se acaba. Y, cuando el verano toca a su fin, nos enfrentamos a un largo invierno en todos los sentidos que, generalmente, sólo viene cargado de oscuridad, alguna que otra nevada y ambientes gélidos, casi tanto como la rutina y monotonía que caracterizan a esta ciudad.
En más de una ocasión he puesto de relieve la capacidad que tienen otras provincias y regiones españolas para darse a conocer al resto del mundo, para ofertar sus productos y servicios y para innovar constantemente. Por ejemplo, si uno quiere descubrir en cualquier buscador cuáles son algunos de los parques temáticos sobre dinosaurios más importantes en España, puede elegir entre varios: Dinópolis, Enciso, Karpin Abentura (ubicado en Carranza, Vizcaya. Y, en contra de lo que la mayoría habrá pensado, no hay ninguna falta de ortografía) y también Barranco Perdido, en La Rioja. A pesar de su buen vino y de su pequeña extensión geográfica, en su momento supieron sacarle partido a la riqueza paleontológica que poseen: las huellas de dinosaurios.
En otros lugares no tenemos tantas huellas aunque tenemos pruebas fehacientes de su existencia: varios miles de restos fósiles y ningún lugar donde exhibirlos. Ninguna puesta en valor de este tesoro que pueda llegar al público en general. Nada que ofrecer a visitantes y apasionados de la paleontología: ningún parque temático. ¡Vaya, vaya!
Esperemos que con el regreso del invierno, y a pesar del frío, volvamos a la normalidad y se recupere la actividad cotidiana y, con ella, los planes de desarrollo turístico que parecen olvidados en la noche de los tiempos…Claro que, en el ambiente, siempre flota la amenaza de una frase que nos pesa como el acero: ¡Esto es Cuenca!
Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez Bueno
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