24.4.13

Entre un dragón y una rosa… escoja


Aunque no es común que la raza humana adopte acuerdos internacionales por unanimidad (o casi), siempre hay excepciones. Una de ellas fue la proclamación por la UNESCO, a propuesta española, del día 23 de abril como “Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor”. Corría el año 1995.

Tampoco sé si fue verdad que Cervantes y Shakespeare eligieran esa fatídica fecha, en 1616, para abandonar nuestro mundo. Y no me importa. Con su obra me basta. Además, estoy convencida que si el escritor más universal de nuestras letras hubiera sabido del tremendo tesoro paleontológico que encerraban las tierras castellano-manchegas, hubiera enfrentado al “hidalgo de los de lanza en astillero” no con molinos de viento, no, sino con saurópodos o “pepitos” alados.

Lo que suscribo plenamente es la idea de asociar, durante veinticuatro horas, conceptos tan diferentes, y sin embargo unidos, como los dinosaurios y los libros. Dinosaurios, sí. Porque, ¿a quién se enfrentó San Jorge sino a un dragón-lagarto terrible del Cretácico?

Según cuenta la leyenda, el actual patrón de las letras fue un joven soldado romano, convertido al cristianismo, que liberó a la ciudad libia de Silca de la tiranía del monstruo. Al parecer, el pestilente animal exigía a los pobladores de la cercana urbe ofrendas diarias y, cuando no le satisfacían los presentes que los lugareños le entregaban, infectaba el aire de la población con su hedor nauseabundo. Hasta que llegó San Jorge y, espada en mano, puso fin a la terrible opresión atravesando el corazón de la bestia. Claro que, como suele suceder, cuando se negó a renunciar a sus convicciones (en este caso religiosas) fue decapitado… Buen pago para tamaña proeza. Y una desdicha que no abunden los “sanjorges” en este mundo contaminado.

Caballero Bonald, combativo también, ha dicho en su discurso de aceptación del premio Cervantes que "siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla, siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón".

Por eso debemos conmemorar el Día del Libro. Porque gracias a ellos millones de personas tienen acceso al poder de la cultura sobre la tiranía del dinero. Porque aunque a lo largo de la historia se les haya prohibido, censurado y quemado, si sobrevive un libro sobrevive la esperanza, el conocimiento y la libertad. Y la imaginación y la fantasía.

Y si alguien decide “recortar” estos acontecimientos, no preocuparse: podremos celebrar “La noche de los dragones, las rosas y los cuentos”. Eso sí, habrá que invitar a todos los dinosaurios que conozcamos…

Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez

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