Dicen los paleontólogos que los dinosaurios morían por causas diversas: vejez, enfermedad, enfrentamiento con un depredador natural… Y que se les clasificaba, según su tipo de alimentación, en herbívoros y carnívoros. Igual que ahora. También afirman que los había de todos los tamaños y condiciones y que las apariencias podían engañar hasta el punto de convertir al más temible, el Tyrannosaurus rex, en un “dócil” carroñero que, dada su lentitud en ataque, se dejaba guiar por el olor a sangre hasta la escena de caza y, una vez allí, se limitaba a robar la comida…
Exactamente como ahora, donde a un juez se le expulsa de la carrera judicial por no llevar careta y defender causas perdidas y a otro se le encumbra por ponerse el disfraz (o toga) y … ¿disfrutar de unos discretos fines de semana en Marbella?
No sé si viene a cuento, pero se me ha ocurrido que, para ilustrar lo dicho anteriormente, podía parodiar alguna escena de “Dos hombres y un destino”, esa película que hacen grande Paul Newman y Robert Redford.
“En algún lugar del estado de Wyoming. Nuestros protagonistas, Díno-Var y Garzonsauro, están colgados en la pared rocosa de un precipicio.
- Con la venia, Señoría. O saltamos o nos inhabilitan de por vida.
- Ya lo sé, Garzonsauro, pero es que ahora no recuerdo si aprendí a nadar cuando era pequeño.
- Eso le pasa por no tener memoria histórica…
- ¿Por qué no saltas tú primero y así veo el resultado?
- Ya, pero… si me ahogo ¿quién pagará los gastos de mi funeral?
- ¡El Consejo, Garzonsauro, el Consejo! Recuerda que estamos en viaje oficial.
- Pues yo sentencio que sería mejor precipitarnos juntos al vacío. Al fin y al cabo, ninguno de los dos veremos el cielo.
- ¡Cuánta razón tienes! Nos hemos creado demasiados enemigos…
- Sí, pero un hombre sin enemigos es un hombre sin carácter.
- Garzonsauro, tengo una duda: ¿por qué nos persiguen?
- A usted, Señoría, por utilización indebida de….dinero público.
- Ya… ¿Y a ti?
- Por denunciar a los que roban…allá, en el rancho Gürtel.
- ¿Sabes? No me gustan las alturas. Prefiero los chiringuitos a nivel del mar.
- Sí, sí, pero ¿saltamos?
- Saltar, soñar…o tal vez robar… ¿Qué es más noble para el espíritu?”
Ahí dejo planteada la pregunta. Menos mal que el destino, a veces, es justo y aplica a rajatabla aquello de “quien a hierro mata, a hierro muere”.
Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez Bueno
Imagen, portada de New Yorker
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