A estas alturas del mes de diciembre sólo los habitantes de Plutón ignoran que “casi” estamos en Navidad. El resto de los mortales llevamos dos meses sufriendo el bombardeo publicitario de las compañías de perfumes, juguetes y turrones.
Sin embargo, también tiene su lado positivo. ¿Cuál es el single navideño preferido del lector de estas líneas? ¿Quizás aquel de una bebida de cola: “Al mundo entero quiero dar…”? ¿O el de unas archiconocidas muñecas: “Las muñecas de Famosa se dirigen al portal”?
Yo me quedo con el de los turrones que siempre volvían a casa por Navidad.
Y, como ellos, también los dinosaurios regresan a Cuenca. Lo hicieron hace unos días, sobre el escenario del Teatro-Auditorio de nuestra capital y bajo el título de “Aventuras en el Jurásico”.
Un espectáculo familiar bastante logrado que consigue que los pequeños de la casa (y los mayores, con un poco de imaginación) se transporten al interior de un parque temático dinosauriano (ese que todos prometieron pero ninguno ejecutará).
Durante setenta minutos los actores, los efectos especiales de última generación (sistemas de clima simulado, ambientes olfativos artificiales, iluminación robotizada) y, por supuesto, los robots-dinosaurios, nos enseñaron al primer Homo Sapiens, el nacimiento de una cría de dinosaurios, el encuentro con sus padres y lo malvado y puñetero que puede ser un velociraptor.
Los animalillos se movían bastante bien, dotados como estaban (según explicaba el folleto) de una nueva tecnología hidráulica, acústica y eléctrica que lograba que sus movimientos corporales, sus sonidos y sus desplazamientos fueran muy “reales”.
Quizás por las fechas, quizás por el ambiente… El caso es que experimenté cierta nostalgia y tristeza por un futuro que pudo ser pero nadie se atrevió a materializar. Al menos allí, sobre el escenario y en el patio de butacas, fue real durante unos minutos. ¡Manda turrones!
Dinosaurios de andar por casa,
Sonia Martínez Bueno
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