4.12.08

La cinematografía científica. Un “film” del mundo antediluviano.


La prensa española de 1930 recoge la noticia de la realización de un documental científico alemán sobre un mundo semicaótico, controlado por fuerzas en formidable y perpetua lucha, en el que sólo podían habitar criaturas especialmente construidas para resistir y propagarse en el decurso de los milenios: monstruosos reptiles, seres de horrible traza, dueños y señores del globo. Destacan, entre los más extraños de aspecto, el esgosaurio, lagarto bastante durillo de pelar y de digerir o el tricerátopo, probable antepasado del mamífero actual que lleva el nombre de rinoceronte. El artículo fue publicado en Nuevo Mundo, el 30 de mayo de 1930.

Transcripción (textual):

La técnica cinematográfica ensancha día en día su radio de acción, sobre todo en el terreno de la cultura!. Así, por ejemplo, cierta Casa productora alemana está filmando en la actualidad una película dedicada por entero á la presentación del mundo antediluviano, haciendo desfilar ante los asombrados espectadores, en una reconstrucción rigurosamente científica, la flora y fauna de nuestro planeta hace más de cincuenta millones de años, ó sea en plena era mesozoica, cuando los seres que predominaban en el mar, en tierra ó en el aire, eran los reptiles, algunos de estos de tan monstruosos tamaño (30, 40 o más metros de longitud), que los mayores cocodrilos y serpientes pitones de hoy no aparecen sino como unos miserables degenerados, grotescas parodias de aquellos gigantes del mundo animal, por aquel entonces dueños y señores del globo, una de cuyas muestras, en verdad terrorífica, puede contemplarse en la reproducción del diplodocos expuesto en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Las fotografías adjuntas presentan algunas de las reconstrucciones de dinosaurios que figurarán en la película educativa alemana. La espantable facha de estos primitivos habitantes de la Tierra justifica el que en una época en que aún no se sabía lo que eran los fósiles, el hallazgo del esqueleto de algunos de estos reptiles hiciera nacer el mito de los dragones y otros monstruos por el estilo mencionados en los libros de caballerías, en las sagas nórdicas o en las leyendas medievales. Ha de reconocerse, sin embargo, que la fantasía de los creadores de leyendas se quedó corta al imaginar semejantes seres, ya que ninguno podía competir ni en talla ni en apariencia terrorífica con los que durante la era mesozoica existieron en realidad. La denominación de dinosaurios, ó sea de lagartos terribles, con que los ha bautizado la Ciencia, no puede ser más apropiada. Parece, en efecto, que la Naturaleza se complació en crear para aquel mundo aún semicaótico, para aquellas selvas inmensas de árboles gigantescos, y aquellas inmensidades pantanosas, y aquellos mares no menso inmensos que casi cubrían la superficie del globo en formación, seres que por lo horrible de su traza, verdadero bosquejo de las especies zoológicas que más tarde trajo la evolución, armonizasen con el tremendo prólogo de la Tierra, cuando todas las fuerzas que la animaban sostenían formidable y perpetua lucha, sólo soportable por criaturas especialmente construidas para resistirla y propagarse en el decurso de los milenios. No pocos de estos dinosaurios tenían cierta semejanza con los cocodrilos actuales, pero con cuello y cabeza de serpiente. En ciertas especies el dinosaurio tenía todo el cuerpo delantero parecido al del lagarto, lo que no le impedía poseer una parte posterior del cuerpo y unas patas traseras como las de las aves. Y por lo que á la progresión se refiere, mientras algunos de ellos andaban sobre sus cuatro patas, como el cocodrilo, otros se sostenían en dos, como las gallinas. El diplódoco, que aparece en una de nuestras fotografías, era un dinosaurio saurópodos, ó con pies de lagarto, que poblaba la región hoy llamada América del Norte. Medía 24 metros y medio desde la cabeza hasta el extremo de la cola, lo que ciertamente era algo muy serio tratándose de lagartos. Pero, á la verdad, resultaba un pigmeo si se comparaba con otro colega de los pantanos de América del Sur, llamado argirosaurio, ó lagarto argentino, que medía desde la cabeza hasta la cola 40 metros de largo. Parte del esqueleto de un argirosaurio hubo de ser descubierto no hace mucho tiempo en la Argentina por el sabio naturalista español, profesor del Museo de la Plata, don Ángel Cabrera. Dará idea de las dimensiones de este reptil que, según dice su descubridor, el fémur ó hueso del muslo medía casi dos metros y medio, y era tan grueso como el cuerpo de un hombre, y cada vértebra tenía aproximadamente el tamaño de un tambor de regimiento.
Uno de los dinosaurios de progresión cuadrúpeda, entre los más extraños de aspecto, era el esgosaurio que puede verse en otra de nuestras ilustraciones. De cuello mucho más corto que el diplódoco y el iguanodonte, presentaba la curiosa particularidad de tener cubierto todo el cuerpo de placas ó escudetes óseos, que, repartidos sobre la piel, le servían de defensa. Cierto número de estas placas protegían la parte que debía ser más débil de este animal, sosteniéndose derechas a lo largo del espinazo y de la cola, formando enorme cresta, mientras que la cola, á su vez, llevaba cerca de la punta dos hileras de largas espinas, con lo que el reptil iba provisto de un arma eficaz. No cabe duda que el estegosaurio debió ser un lagarto bastante durillo de pelar y de digerir. Tanto más difícil de vencer en la lucha por la existencia, cuanto que, distinguiéndose de los demás colegas, disponía de dos cerebros, que aunque muy pequeños, debían servirle para aguzar sus instintos de ataque y defensa. Uno de los cerebros del estegosaurio se hallaba emplazado en su sitio normal, mientras el que pudiera llamarse auxiliar ó de reserva se encontraba alojado cerca de la cola.
También habitó en la América del Norte, superviviendo hasta mediados de la era mesozoica, el no menos curioso dinosaurio cuadrúpedo llamado tricerátopo, probable antepasado del mamífero actual que lleva el nombre de rinoceronte. Cual puede verse en otro de los grabados, el tricerátopo tenía un pico córneo semejante al de la tortuga y tres buídos cuernos, uno encima del hocico y otro sobre cada ojo. La parte posterior del cráneo se ensanchaba formando una especie de gola ó collarín orillado por afiladas puntas, con lo que el dinosaurio quedaba protegido, á la manera de los mastines, con las carlancas pastoriles.
D. R.
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Pies de figuras (textual):

Impresionando una película del mundo primitivo con arreglo á las reconstrucciones científicas
Preparando las reconstrucciones de un ictiosaurio y de un insecto antediluviano
Una selva del mundo perdido
Reconstrucción de un diplódoco
Un estegosaurio de los que figuran en la película
El terrible dinosaurio llamado tricerátopo, precursor lejano del rinoceronte
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Curiosamente en la fotografía en la que indican que se retrata el estegosaurio se muestra la reconstrucción del "tricerátopo" y en la de éste ocurre lo contrario.

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