16.4.14

¿El pollo del infierno que reveló los secretos de Caenagnathidae?

"Anzu" es el nombre de un demonio emplumado de la mitología mesopotámica y ahora también del nuevo  género de dinosaurio que ha sido encontrado en la Formación Hell Creek y que se ha popularizado en los medios bajo el apodo de “Pollo del Infierno”.

La nueva especie, Anzu wylliei, es un oviraptorosaurio que además de suponer uno de los registros fósiles más recientes del grupo, aporta una información muy valiosa para el conocimiento de la osteología y de las relaciones evolutivas de, en concreto, la familia Caenagnathidae (gracias a los tres esqueletos parciales bien preservados que se han descrito).

En este trabajo (Lamanna et al., 2014) son efectuados análisis filogenéticos donde A. wylliei queda resuelto como un cenagnátido derivado. La interpretación de los resultados de estos análisis conlleva a las siguientes consideraciones: por un lado, que las especies Microvenator celer y Gigantoraptor erlianensis son cenagnátidos basales [como ya propusieron Longrich et al., (2013)]; por otro, que A. wylliei es el taxón hermano de Caenagnathus collinsi y no “Caenagnathus” sternbergi (con lo cual, el género de este último, que fue descrito posteriormente, probablemente debería ser reemplazado); y finalmente, que los oviraptorosaurios de la familia Caenagnathidae constituyen un clado monofilético.

Filogenia de los terópodos oviraptorosaurios como se muestra en Lammana et al., 2014.

Lamanna et al., (2014), incluyen también en este nuevo estudio, una estimación de la masa corporal de A. wylliei; en el cual concluyen, que en vida, la del holotipo probablemente se encontraba entre aproximadamente 200-300 Kg; siendo el segundo oviraptorosaurio más grande. Consideran también que es muy probable que los cenagnátidos presentaran el mayor rango de variación de tamaño corporal dentro de los oviraptorosaurios (y así ocurre al menos en los taxones descritos hasta ahora): se estima una masa corporal de unos 5 Kg para Caenagnathasia martinsoni (Currie et al., 1994), muy lejos de las estimaciones de entre 1400 y 3264 Kg asignadas para G. erlianensis (Xu et al., 2007 & Zanno & Makovicky, 2013).

Finalmente, este trabajo añade sendos párrafos de discusión sobre aspectos de la paleoecología de los cenagnátidos, donde se incluye un interesante surtido de trabajos recopilados y contrastados en el cual, son revisadas las posibles adaptaciones alimentarias y motrices de estos animales. Las evidencias fósiles apuntan en distintas direcciones, pudiendo tratarse probablemente desde herbívoros estrictos  hasta depredadores de pequeños animales; al mismo tiempo que, tanto de formas trepadoras arborícolas, como, por otro lado, de formas adaptadas a un nicho ecológico similar al de las aves zancudas modernas.

El descubrimiento de A. wyliei, aunque no supone ninguna evidencia definitiva para descartar opciones, hace parecer algunas hipótesis más plausibles que otras. Debido a su tamaño parece poco probable que al menos los individuos adultos de especies como A. wylliei o Hagryphus giganteus tuvieran un modo de vida arborícola. Asimismo, la localización de los fósiles de A. wylliei y las posibles trazas fósiles sugieren que estos terópodos pudieron haberse visto favorecidos por ambientes con llanuras de inundación que recibiesen un buen aporte de agua, según propone el trabajo. Considerando todo lo anterior, y el análisis morfológico de la mandíbula de los cenagnátidos (que apunta a que podrían haber sido capaces de procesar una gran variedad de alimentos), los autores concluyen sugiriendo que Anzu y otros cenagnátidos derivados tal vez fueran generalistas que habitasen en llanuras costeras. (No obstante, quizá esta propuesta con respecto al ambiente en el que se desenvolvían, debería haber sido enunciada en caso de que pudiera garantizarse que la localización de los restos no tenga que ver más con unas condiciones tafonómicas que favorezcan la preservación de los mismos en tales contextos). 

En definitiva, el título de este post se planteaba como un interrogante, dado que, aun valorando la interesante información que brinda el “Pollo del Infierno” para completar el conocimiento de Caenagnathidae, no significa que la aproximación a esta especie y su familia sea tan precisa como para, tan siquiera, perfilar una imagen de estos animales desenvolviéndose en su desaparecido entorno; quizá sólo se pueda saber que en potencia podrían haber sido muy versátiles a la hora de adaptarse al medio.

Posible aspecto en vida de Anzu williei, por Eloy Manzanero considerando las reconstrucciones esqueléticas de Lammana et al., (2014) y una apariencia externa similar a la de algunas formas actuales de Ratitae y Galloanserae.

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