17.4.12

Dinosaurios en el cielo o cuando Ray encontro a Dahl


La entrada de esta semana del Rincon literario es claramente casera, pero no hemos podido aguantarlo despues de la referencia a Bradbury de la semana pasada y teniendo en cuenta que habíamos prometido una reseña más completa. Nos gusta pensar (seguro que  injustamente, que la premier colgada en este cuaderno hace ya algunos años contribuyó al nacimiento del resto de esta serie de cuentos que vienen del norte. Se trata de "El Cielo de los Dinosaurios" de Vicente García Oliva.
Alguien nos sugiere un subtitulo para el post: "Cuando Ray Bradbury encontró a Roald Dahl", ok, pretencioso, pero puede que ésta sea la esencia del cuentario "El Cielo de los Dinosaurios". Se trata de once historias protagonizadas por dinosaurios. Temidos, admirados, estudiados. Siempre presentes, aún, mientras vuelan a nuestro alrededor. El autor ha conseguido un punto intermedio entre el calado emocional de los cuentos de Ray Bradbury y el sentido del humor que recuerda a esos “Relatos de lo inesperado” de Roald Dahl. Mala leche, vamos, humor negro del que a veces hace falta para afrontar circunstancias adversas. Así, el autor no sólo pelea, si no que nos enseña a hacerlo. Y con una sonrisa. Como Bradbury, el autor escoge un escenario, uno que en este caso resulta muy conocido para nosotros. En él encontramos tiranosaurios, estegos, etc., y, a pesar de que estos viejos compañeros aparecen en lugares tan dispares como la segunda guerra mundial o las cataratas del Niágara, nos sentimos cómodos, porque estamos como en familia. Pero una vez  allí, una vez que la narración te ha conducido hasta escenario, es cuando aparece el cuento. Y cada cuento es único, pero en todos encontramos un contexto común, que también resulta familias: el de los sentimientos. Porque Oliva no es un especialista en dinosaurios si no en personas. Y de ellas, de nosotros, habla en cada una de sus historias. El autor se mueve en un difícil equilibrio entre el humor, la ternura, la decepción y la ilusión. Y,  por ello, siempre podremos reconocernos en alguna de las historias que, como hicieron sus protagonistas, llegan para quedarse.
Las "letras ajenas" de la semana no lo son tanto para este blog, pero, como ocurría con Bradbury, no nos importa nada regresar a ellas:

"Nunca supo el porqué de su desaforado interés por los dinosaurios, pero cierto fue que ello marcó su vida para siempre. No se trataba de esa dulce fascinación, compartida con millones de niños, que juegan con sus feroces animales de goma o disfrutan aterrorizados ante la inmensa presencia de esos enormes esqueletos del museo, mientras aprietan, hasta dejar sus deditos blancos, la confortable mano de su padre que les ofrece calor y seguridad.
(...)
Desde niño, había tenido clara su vocación. Cuando fuera mayor se haría paleontólogo. Se dedicaría en cuerpo y alma al estudio de los dinosaurios, de los dinos, como él los llamaba con familiaridad, como si ya fueran un miembro más de su abundante parentela.
Y empeñaría su vida en la búsqueda de alguno de esos restos majestuosos que el tiempo y la destrucción habían sembrado por algunos lugares de la tierra. Como restos de un naufragio de dimensiones cósmicas"

Como siempre, el resto está en "El Cielo de los Dinosaurios"... tendréis que buscarlo ahí.


------
Mauro en gran parte del texto.

    No hay comentarios: