El dos de mayo comenzó el Taller de Restauración Paleontológica de Lo Hueco, como se puede apreciar en otras entradas del blog.
En Madrid, ese día se celebró un acontecimiento… ¿similar? No, ni por asomo. El dos de mayo simboliza, en la capital de España, el levantamiento de un pueblo contra el invasor francés. Aunque, en realidad, podríamos ir un paso más allá y afirmar (sin temor a interpretar la historia a nuestra manera) que en esa fecha quien se sublevó fue la gente de la calle, la masa oprimida, contra un ocupante tolerado por un nutrido grupo de miembros de la administración del Estado español. Políticos que, amparados en la indiferencia, en el miedo o en el interés propio, permitieron a las tropas francesas campear a sus anchas por esta tierra.
¿Alguna similitud con el momento actual? Quizás.
Dos de los protagonistas más emblemáticos de esa revolución impensable, Daoíz y Velarde, murieron heroicamente en una lucha contra las tropas de Murat que, antes de empezar, sabían perdida. Sin embargo, el derramamiento de esa sangre y mucha más no fue en vano y las consecuencias de aquel instante de audaz insensatez ya las conocemos: el país entero se amotinó, cogió las armas y les dijo a los franceses que empezaba la Guerra de la Independencia. Claro que, para quedarnos con la monarquía que teníamos en aquel momento, a lo mejor no hacía falta correr tanto…
Volviendo al taller de restauración, diez alumnos y dos docentes fueron las figuras inmortalizadas en las fotos en el momento de su inauguración. Ni Goya lo hubiera hecho mejor.
Ahora sólo queda desearles que, tras casi seis años almacenados en el cementerio del olvido, su trabajo sirva para dar a conocer al mundo entero unos huesos excepcionales y únicos. Y, además, privilegiados, porque van a ser tratados, mimados y estudiados por un buen equipo de profesionales, de los que aún nos quedan.
El esfuerzo de dos héroes-profesores al frente del equipo y la dedicación y esfuerzo diario de todos los componentes del grupo hará que, con camisa blanca y brazos arremangados, los huesos del 2 de mayo vean, por fin, la luz. Menos mal que no hemos tenido que gritar: ¡Que nos los llevan!
Dinosaurios de andar por casa
Sonia Martínez
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